Cualquier viajero que conozca el universo gastronómico lisboeta se da cuenta de la inmensa y sorprendente variedad, en los más diversos ámbitos, de su oferta culinaria.
Numerosos restaurantes, a cada
cual mejor, van inaugurándose y enriqueciendo aún más la inabarcable propuesta culinaria
de la capital portuguesa.
Entre estos pequeños/grandes templos, con pocos meses de vida y localizado en un espacio emblemático de la ciudad, se encuentra “Bonança” (www.bonanca.pt), cuyo nombre es un alegato y una reivindicación en favor de ese gloriosos pasado de grandes marinos y descubridores portugueses a lo largo de siglos con figuras tan relevantes como Vasco de Gama, Pedro Álvares Cabral, João Gonçalves Zarco, Lopo Gonçalvez o "Enrique" el Navegante.
Aquí parecen ensamblarse a las mil maravillas elementos que, como buen puzle, encajan perfectamente.
Me
refiero a un insuperable emplazamiento (con el Monumento a los Descubrimientos como telón de fondo de nuestras miradas), unos magníficos fogones y la historia
de un edificio que causará sensación.
La síntesis de este restaurante
se puede acotar en pocas palabras: “una extraordinaria materia prima,
perfectamente cocinada y presentada, servida en un ambiente sin igual”.
Estamos, como escribí antes, junto al “Padrão dos Descobrimentos” (Monumento a los Descubrimientos), lugar emblemático y visita obligada de cualquier viajero. Una zona de Lisboa que tiene también cerca icónicos reclamos como la Torre de Belem, el Monasterio de los Jerónimos, el Palacio del Presidente de la República, el Jardín de la plaza del Imperio o el Monumento a los Combatientes de Ultramar.
A pocos metros de un espacio tan singular se encuentra la “Associação Naval de Lisboa”, la más antigua de la península ibérica (fundada en 1856) y una de las más veteranas de Europa. Su actual ubicación se debe a la Exposición Mundial Portuguesa de 1940.
Este edificio, a orillas de la desembocadura del río Tajo en la inmensidad del océano Atlántico, es el escenario perfecto para inaugurar “Bonança”.
Con varios espacios perfectamente diferenciados, incluida una agradable y luminosa terraza en la planta baja, descubrimos un interior con distintos ambientes.
En total, cerca de doscientos asientos listos para recibir con las manos abiertas al más exigente de los comensales.
Una gran sala central, de altos
techos, es la primera impresión que se tiene al acceder al restaurante.
Diferentes mesas, perfectamente distribuidas con vistas a la gran pintura de la pared, parecen rendir homenaje a uno de
los grandes reclamos decorativos de esta zona interior.
Se trata de un imponente mural, de
grandes dimensiones, que representa la embajada enviada por el rey Manuel I al Papa
León X en 1540.
Como curiosidad, entre los regalos que llevaba a Roma el séquito portugués, liderado por Tristão da Cunha, se encontraba un elefante blanco (de nombre “Hanno”) al que el Sumo Pontífice le cogió mucho cariño. Tanto que, a su muerte, fue enterrado en los jardines del Vaticano.
Esta gran obra pictórica y todo
el edificio, perfectamente recuperados tras una importante inversión, son el
ejemplo de cómo poner en valor una construcción (con una magnífica decoración a
cargo de Oani Estudio -www.oanistudio.com-) y recuperar un
espacio de la ciudad privilegiado donde el comensal no sólo disfrutará comiendo
en un buen ambiente, sino que también podrá escuchar buena música en vivo al
anochecer mientras disfruta de un buen coctel de autor.
El restaurante, además de esta
gran sala central y la terraza exterior, tiene otras zonas en la primera planta.
Entre ellos, un comedor privado y varios espacios cuidadosamente decorados con banderines, cuadros, distintos trofeos y numerosos recuerdos
náuticos.
Una carta dinámica y versátil (dividida en entrantes -"A partilhar"-, platos principales -"Principais"-, acompañamientos -"Acompanhamentos"- y postres -Sobremesas-) con predominio de la influencia gastronómica portuguesa, es la seña de identidad de “Bonança”, donde el pescado y marisco son parte esencial de esta escenografía gastronómica en la que la música con DJ, a determinadas horas, tiene también mucho que decir.
Recuerdo, por citar algunos ejemplos, un magnífico “carpaccio de camarão vermelho, ovas de truta y vinagrete de yuzo kosho” como refrescante entrante.
Un buen principio que acompañamos
con unas “amêijoas à bolhão pato y pan
torrado” ¿Hay algo más portugués que unas almejas preparadas con esta salsa?
¿Qué les parecería como plato principal
un ”arroz malandro de carabineiro y limão”? ¿Prefieren quizás un “bifé de atum,
puré de batata doce y espinafres”? ¿Les apetece unos sugerentes "spagetti de
Hay una apreciable variedad
(carnes, pescados, mariscos, pastas, arroz,… ) en una carta no muy extensa, pero
muy cuidada a la que hay que añadir una buena selección de vinos.
Estamos en Portugal y los postres
son casi una obligación. Los más golosos estarán de enhorabuena porque sus dulces opciones son ciertamente irresistibles.
En mi caso, me encantó la “crème
brùlée de baunilha e frutos vermelhos”, pero si gustan de algo muy portugués nada
como un “pão de ló, azeite, flor de sal y gelado de laranja”.
En cierta forma, si lo pensamos sosegadamente, el nombre está perfectamente elegido.
“Bonança” representa el
tiempo de calma durante la navegación; esos momentos en los que se disfruta del
viaje, del mar y del trayecto, frente a las adversidades (tormentas,
tempestades u oleajes) con las que los océanos siempre desafían a quienes se
atreven a navegarlos.
En este caso, la filosofía de este restaurante es disfrutar de un viaje gastronómico con la serenidad y tranquilidad que el momento exige. Saboreando estos platos, sin prisas, sin sobresaltos y siendo conscientes del privilegio de estar en un lugar tan especial.
Un restaurante que invita a dejarse llevar en el que la ubicación no es casual.
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