Si
hablamos de hoteles de alto nivel de Portugal, rápidamente nos viene a la
mente, entre otros, un emblema de los alojamientos de esta categoría.
Me
refiero a un cinco estrellas llamado Tívoli Palacio de Seteais, situado en la
preciosa localidad de Sintra, declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la
Humanidad.
Envuelto
en una impresionante historia desde su construcción a finales del XVIII, con espectaculares
vistas al “Castelo dos Mouros” y al “Palacio Nacional da Pena”, ha sido lugar
de descanso de multitud de personalidades de todo tipo: jefes de Estado, reyes,
nobles, políticos, cantantes, actores, escritores, etc., etc. Por citar
algunos, Maria Callas, David Bowie, Roger Moore, los actuales reyes de Holanda, el
cantante Bono, Mick
Jagger, António Ramalho
Eanes, Édith Piaf, Mel
Gibson o Nelson Rockefeller.
Recomendarlo,
pues, es tarea sencilla. Más aun, para los que disfrutan durante su estancia interesándose
por el pasado de estos centenarios muros ávidos de conocer anécdotas y
curiosidades históricas acaecidas alrededor de él y deseosos de ahondar en la singular
biografía del cónsul holandés Daniel Gildemeester (constructor del edificio en
unos terrenos cedidos por el Marqués de Pombal).
Sin
embargo, hoy quiero centrarme en un aspecto gastronómico, no muy común, digno
de ser resaltado: el té de las reinas (“Queens
Tea”).
Efectivamente, estamos ante toda una ceremonia donde, además de saborear esta infusión, vamos a disfrutar de un buen espumante del país y una interminable variedad de acompañamientos.
En mi caso, una selección de frutas, croissants, bizcochos, mermeladas
caseras, miel, mantequilla, “macarons”, pequeños sándwiches, pasteles –obra de
la chef Cintia Koerper- con presentaciones ciertamente atrayentes o unos
típicos dulces sintrenses como los “travesseiros” o las “queijadas de Sintra”.
Todo
ello, junto a un impecable servicio y una mesa magníficamente “vestida” en mantelería,
cubertería y vajilla (Vista Alegre) que, con seguridad, harán las delicias de
los comensales.
Tuve la suerte de compartir esta ceremonia del té con Andrea Granja (Directora de Relaciones Públicas y Comunicación del grupo Tívoli)
El
bucólico entorno (con vistas a los bosques cercanos), la magia del momento y la
atmósfera de este palacio con más de dos siglos, se fusionan a las mil
maravillas en esta bonita ceremonia del té (dedicado a diferentes reinas),
atreviéndome a calificar la experiencia como inolvidable.
Todo
está perfectamente preparado y estudiado cualquier detalle. Grandes
profesionales (tanto en el servicio como en cocina) se esmerarán al máximo, acorde
con el lugar donde nos encontramos.
Debo
reconocer que era la primera vez que tomaba un té de estas características. Una
soberbia reinterpretación de este ritual entre tapices, mobiliario, alfombras,
frescos y cuadros originales del palacio.
En
fin, no se puede pedir más. Imposible que no guste.
No detallo, pero sí avanzo, que, cuando estén allí, es conveniente interesarse y preguntar la razón por la que los ingleses llaman “tea” a esta bebida, así como profundizar en la historia de Catalina de Braganza (hija del rey Juan IV de Portugal, casada con Carlos II de Inglaterra).
Descubriremos, entre otras
cosas, que los portugueses ya tenían el hábito de beber té por puro placer
antes que los ingleses, que lo utilizaban por aquella época más por cuestiones medicinales.
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