Luster es uno de esos hoteles que
tienen que estar en el grupo de “primera elección” si queremos pernoctar en Lisboa.
Bien situado, junto a la plaza de
Saldanha, en una de las mejores zonas de la capital portuguesa, ofrece un ambiente
agradable en un alojamiento de tamaño humano (poco más de cincuenta
habitaciones de las cuales tres de ellas son suites).
Para mí, su ubicación tiene un
encanto adicional. Estamos cerca de la parte más visitada de Lisboa (a pocos
minutos en metro de la famosa plaza de Marqués de Pombal), pero sin el bullicio
de las aglomeraciones turísticas.
Luster Hotel (www.lusterhotels.com) ofrece mucho
y de calidad (dos piscinas de agua caliente –una exterior y otra interior-,
gimnasio, sauna, baño turco, sala de relajación, diferentes tipos de
tratamientos, extraordinario restaurante, dos bares y un muy recomendable
desayuno buffet -con unos espectaculares huevos benedictinos-).
Las habitaciones (modernas,
amplias, con persianas motorizadas y dotadas con todo tipo de comodidades) son
acogedoras, de tonos tenues, gran televisión “escondida” tras el espejo,
amenities de primera calidad y magníficos detalles de bienvenida.
Resalta la cuidada decoración de
todos los espacios, especialmente la recepción y el restaurante, donde la imaginación
del artista Add Fuel y la cerámica de la prestigiosa marca portuguesa Viúva
Lamego (www.viuvalamego.com) tiene especial protagonismo en muchos de sus
rincones. Un tipo de cerámica que es un verdadero legado histórico artístico,
además de referencia internacional.
Inaugurado a finales del 2022 con
sus flamantes cuatro estrellas, la atención personalizada que brinda, los
servicios que ofrece y el mimo por tratar de hacer única e irrepetible al
huésped su estancia bien podría calificarse en un futuro no lejano con una
estrella más.
Quiero, no podría ser de otra
forma, dedicar unas palabras a su aconsejable restaurante. Situado en la planta
baja, responde al nombre de “Oui Mais Non”, una expresión francesa muy popular.
Dice la web acertadamente,
refiriéndose a este pequeño espacio del buen comer, que es un “pasaporte de
sabor”. No le falta razón si leemos su “ementa”, pues ofrece un viaje
gastronómico por platos de la culinaria de distintas partes del mundo. Todo
ello, con una más que estudiada decoración de este escenario, unido al gusto
por el detalle (como en la cristalería y vajilla) y a un cuidado emplatado. Un
restaurante de aires cosmopolitas, ideal para reposar las vivencias, durante
una magnífica velada, mientras recordamos lo que ha sido un inolvidable día
recorriendo la capital portuguesa.
Un apunte más para los
apasionados del mundo de la coctelería. Disfruten de unos inigualables cócteles
(clásicos, de autor, sin alcohol, …), en su bar “Oui”, contiguo al restaurante.
¡Qué mejor forma que ésta para acabar la noche!
De verdad, déjense enamorar por
este nuevo hotel que camina con pasos firmes.
Leyendo diversas reseñas de
viajeros que se han hospedado en este hotel, quiero recalcar una opinión que resume
y aglutina en tres palabras esa hospitalidad que vamos a encontrar. Dice así:
“felicidades al personal”.
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