Un buen amigo, ya hace tiempo, antes de partir a este precioso país, me dijo: “si vas a ciudad de México tienes que visitar Xochimilco”. No podía, pues, dejar en el olvido ese consejo.
Pues bien, estaba hace unas semanas organizando fotografías de viajes pasados. Un hábito que hay que realizar con cierta periodicidad para no perder esas instantáneas.
Quería asegurarme que estaban bien archivadas y resguardadas en diferentes discos duros para no olvidar esos recuerdos.
Sorpresivamente, apareció una de esas típicas embarcaciones mexicanas que tan famosas se han hecho universalmente. Tanto que, cuando navegas en algún buscador en internet, tratando de ver imágenes típicas de México, nos encontramos (al igual que unos mariachis, un sombrero mexicano, una playas caribeñas, el Zócalo de ciudad de México, la Virgen de Guadalupe o una botella de tequila) con la fotografía de unas trajineras en Xochimilco. Han sobrepasado, sin duda, las fronteras del país.
Hace casi cinco años que no regreso hasta estas latitudes de América y, aún habiendo transcurrido tanto tiempo, tengo maravillosos recuerdos de este precioso país norteamericano, de bandera tricolor, cuyo escudo (basado en la leyenda azteca de la fundación de México-Tenochtitlan, antigua capital del imperio azteca) está formado por la imagen de un águila real devorando una serpiente sobre un nopal.
He viajado en varias ocasiones a México. Conozco parte de la costa del Pacífico (especialmente al zona de Vallarta), la impresionante ciudad de Puebla, México capital, el estado de Txascala, Guanajuato, Guadalajara, etc., etc. Gente acogedora y hospitalaria donde siempre he recibido mucho cariño.
Sin embargo, me parecía injusto no dedicarle unos párrafos a las famosas trajineras de Xochimilco. Era éste, así lo creo, el momento oportuno para escribir sobre ellas.
Estas embarcaciones, de poco fondo y formas aplanadas, están diseñadas para esas aguas (tranquilas y sin mucha profundidad).
Perfectas para navegar por ese inmenso laberinto de canales (de muy diversa extensión y anchura), sirven también de red de comunicación para los que allí viven. Estos canales son parte de un gran entramado acuífero construido por los aztecas que, incluso, incluye algunos lagos artificiales.
Aunque se ven en otras partes del país, es aquí donde más fama han cosechado.
Sorprende, especialmente, el colorido (con predominio del azul, rojo, verde y amarillo) y la llamativa decoración de las trajineras. No pasan desapercibidas.
Son los propios dueños los que deciden libremente el color. En la parte delantera llevan una carátula pintada, anteriormente predominaban las de flores naturales tan abundantes en Xochimilco, con sus nombres (normalmente femeninos y diminutivos). Desde luego, impactan a primera vista.
Son muchos los turistas y capitalinos que se acercan, especialmente los fines de semana, a disfrutar este paseo por los canales en una trajinera. Nada debe extrañar que algún viajero definiera a Xochimilco como "la Venecia Mexicana y colorida".
Además, por su cercanía a ciudad de México es también un importante pulmón verde de la ciudad y un lugar donde encontrar algo de tranquilidad frente al bullicio de esa gran megaurbe (una de las más pobladas del mundo).
Es importante recordar que Xochimilco es más que un reclamo turístico. En 1987 la UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Mundial de la Humanidad por ser "testimonio vivo de la cultura lacustre del valle de México, con sus chinampas, sistema agrícola único en el mundo y un ecosistema que contribuye a la viabilidad ecológica..."
Y es que, además, es un lugar histórico, prehispano, ya conocido por la fertilidad de estas tierras y las buenas condiciones para el cultivo y la agricultura.
El propio nombre proviene del idioma náhuatl que significa "lugar de terreno fértil para las flores".
Vale la pena, mientras escribo estas líneas, explicar qué son las chinampas, tan características de Xochimilco.
Se trata de un método de cultivo mesoamericano, muy anterior a la llegada de los españoles a este continente, que, gracias a la utilización de una especie de balsa recubierta de tierra, se convertían en territorios fértiles -algunos verdaderos jardines flotantes- para el cultivo, especialmente de flores y legumbres.
Al cúmulo de estos islotes artificiales (rellenos de lodo, barro, tierra y ramas) se les llaman chinamperas.
En todo caso, puedo decir que cumplí mi deseo, y el de mi amigo, al conocer este lugar.
Cumplí también con la tradición de embarcarme -casi un ritual si te acercas a Xochimilco- en una trajinera mientras unos mariachis nos amenizaban el recorrido
Sin duda, disfruté una experiencia muy recomendable donde se sucedieron un cúmulo de bonitas sensaciones.
Por ejemplo, además de disfrutar de las vistas, los alrededores y el agradable ambiente creado por las, aproximadamente, diez personas que íbamos en la trajinera, veíamos como se acercaban diferentes vendedores que te ofrecían de todo: flores, bebidas, comida, "souvenirs", objetos de artesanía, .... En cierta forma, era también un pequeño mercado flotante.
Desde este blog no puedo más que recomendaros su visita. Un verdadero tesoro mexicano que merece ser descubierto por el viajero.
Un lugar de belleza sin igual, un patrimonio cultural e histórico y un pintoresco paisaje lleno de color y flores.
Os cuelgo un video de un gran viajero y youtuber (Rubén y el Mundo) con el que he coincidido en alguna ocasión. Un simpático trotamundos que os recomiendo sigáis en las redes sociales.
Acabo este post con una fotografía desde una de las plazas más bonitas y grandes que conozco: el famoso zócalo de ciudad de México.
Situada en el corazón del centro histórico de la capital mexicana, está considerada la segunda plaza más grande del mundo con aproximadamente 46.800 metros cuadrados. Sólo superada por la de Tiananmén de Pekín.
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