Andaba hace unos días este viajero por la ciudad francesa de Le Mans. Quería conocer un evento único (“Le Mans Classic”) que conmemora los cien años de la carrera de resistencia automovilística más importante del mundo: sus célebres 24 horas.
No falto a la verdad cuando escribo que esta curiosa competición, nacida en 1923, hizo mundialmente famosa a esta localidad situada en el noroeste de Francia, casi equidistante entre París y Nantes.
Todo comenzaba al día siguiente y tenía la tarde libre. Así pues, decidí dar un paseo para “empaparme” de esta ciudad.
Obviamente, como suelo hacer antes de cada viaje, me ilustré sobre lo que podía ver. Sabía de la belleza de su casco viejo (conocido como “cité Plantagenêt”), de las murallas romanas (que aspiran a ser declaradas por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad), de su catedral, de sus templos y, aunque vagamente, conocía algo de su rica historia.
Pues bien, cuando estaba en la “Place des Jacobins”, uno de los epicentros de esta capital, descubrí frente a mí la imponente silueta de la catedral de San Julián dominando todo este espacio urbano.
Estaba junto al más insigne e importante de sus edificios. Estas piedras han sido durante siglos testigos mudos de cuanto ha acontecido en Le Mans.
Reconozco que me impresionó por su gran tamaño, por sus formas y por estar erigida sobre un pequeño promontorio, en la parte alta de la ciudad, que le da aires aún más impactantes y grandiosos.
Su sorprendente tamaño (5.000 metros cuadrados de superficie y 134 metros de largo), una de las mayores de Francia en su estilo, contrasta con el hecho de no ser tan conocida como otros grandes templos católicos franceses.
Sean pues estas fotografías el revulsivo para indagar en este impresionante edificio religioso, mezcla de estilo románico y gótico, construido entre los edificios XI y XV.
Naturalmente, como no podía ser de otra forma, la visité. No deseo adelantar mucho, pero sí recalcar someramente que su interior alberga (además de la tumba de San Julián) verdaderas obras de arte como una magnífica colección de vidrieras -destacando, entre ellas, la de la Ascensión-, la capilla de la Virgen -con sus cuarenta y siete ángeles músicos pintados sobre un fondo anaranjado- o la espectacular escultura del siglo XVIII de la sepultura de Cristo).
Me quedo, sin duda, con estas imágenes y con ese imborrable recuerdo donde, por cierto, en uno de sus laterales -muy cerca de la fachada principal- podemos ver un menhir que fue colocado en tan curioso emplazamiento.
Le Mans, que es capital del departamento de La Sarthe, puede presumir de tener una de las catedrales más bonitas del país vecino.
Finalizo, al igual que en otras ocasiones, indicando que este reportaje se publicó el la web del diario español LA RAZÓN el 5 de julio de 2023.
https://www.larazon.es/viajes/imborrable-instantanea-mans_2023070564a534c53edc3a0001c3785e.html
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