lunes, 24 de julio de 2023

Comer en el Hilton Garden Inn de Évora


    Pocos meses de vida y ya, cualquier evorense, ha oído hablar de este hotel.



    Fue a principios de mayo de 2023 cuando abrió sus puertas este magnífico cuatro estrellas cuyo nombre es toda una declaración de intenciones: Hilton Garden Inn Évora (www.hilton.com).



    Uno de esos alojamientos que ya forma parte de ese selecto club de los grandes hoteles de esta apasionante ciudad (capital del Alentejo), declarada por la UNESCO en 1986 Patrimonio Mundial de la Humanidad. 




    Resulta, como es fácil comprender, tarea impracticable tratar de enumerar detalladamente la multitud de razones por las que hay que visitar esta fascinante localidad (su pasado romano, la multitud de palacios e iglesias existentes -entre ellos, su preciosa catedral-, la impactante "Capela dos Ossos", el templo romano de Diana, sus centenarias murallas, ser la sede de una de las universidades más antiguas y prestigiosas de Portugal -sus orígenes se remontan al siglo XVI-, su impresionante acueducto -declarado Monumento Nacional de Portugal en 1910- ,conocer sus vestigios medievales y musulmanes, la "Praça do Giraldo", la gran profusión de restos megalíticos cercanos -como el "Crómlech de los Almendros"-, la cantidad de reputados restaurantes en los que disfrutar la celebérrima gastronomía alentejana, etc., etc.). No es de extrañar que también sea conocida como "la ciudad museo".




   Pues bien, Hilton Garden Inn Évora no es sólo un recomendable hotel. Es también un alojamiento donde disfrutar del placer de comer bien a cualquier hora del día




    Para ello, el chef Joâo Farinha, junto al coordinado equipo que comanda, se encuentra al mando de estos fogones, en los que la comida, cena y, sobre todo, sus magníficos desayunos tipo buffet, causan sensación en el huésped. 



    Quien le escribe tuvo la suerte de disfrutar (nunca mejor dicho) hace unos días de un extraordinario menú degustación preparado por Joâo en su restaurante ("Garden Restaurant"). Un armónico conjunto de elaboraciones que unía tanto algunos propios de la cocina alentejana como otros foráneos. 



    Todo ellos, obviamente, con la personalidad y el sello personal de un joven cocinero que atisba, por su buena mano en la cocina, un prometedor futuro. 



    La variedad de nacionalidades de los huéspedes que deciden y decidirán hospedarse en este Hilton obliga, lógicamente, a realizar también guiños culinarios con otras cocinas más allá de las fronteras portuguesas. Razón por la cual, cuando echemos un vistazo la "ementa", se aprecien elaboraciones exóticas para estos lares.



    Este placentera comida de la que os escribo comenzó, como entrante, con unos aperitivos que incluían unas aceitunas aliñadas al estilo alentejano, un hummus de garbanzos y aceite de oliva virgen de la tierra. Todo una delicia, más aún si lo acompañamos con otro de los grandes representantes gastronómicos de esta región: el pan alentejano (con su característica miga densa y espesa, pero, a la vez, tremendamente esponjosa).



    El hilo conductor, que unía las elaboraciones que íbamos a probar fue, a mi elección, un blanco joven ideal para estos días veraniegos: Comenda Grande del 2022, procedente de viñedos de Arraiolos. 

    Para una jornada tan calurosa, una de los más sofocantes que hemos sufrido en el mes de julio, nada mejor que el frescor afrutado, fácil de beber, de este vino alentejano.



    El primer plato que nos presentaron fue una espectacular crema de calabazada y champiñones, con almendras fritas, presidido en el centro por un huevo cocinado a baja temperatura. La muy lograda cremosidad de la calabaza contrastaba en el paladar con el crujiente de las almendras. La clara y la yema del huevo, al romperse parecían aunar y ligar todos los sabores a la perfección. Un agradable juego de texturas que, sin duda, realzaba el plato.




     Seguidamente nos sirvieron unas excelentes croquetas de "borrego"

    Por un lado, descubrimos en el interior de la croqueta la suavidad de la carne del cordero (que cuenta en el Alentejo con Indicación Geográfica Protegida -I,G.P.-), perfectamente deshuesada y eliminados los restos de grasa. 

    Por otro, en contraposición, apreciamos el crujiente de esta gran croqueta. Todo un festival para el paladar, con texturas opuestas, que cualquier comensal, por muy exigente que sea, valorará.




    La tercera de las elaboraciones, como guiño americano a los orígenes de esta famosa cadena estadounidense y a algunos de sus huéspedes, fueron unos nachos con guacamole, carne y queso fresco en crema. Con escribir la palabra "soberbios", creo que resumo mi opinión perfectamente. 



    Unos "lombinhos de porco" sobre una cama de puré de maíz y hojas de espinacas fue el siguiente acto de esta preciosa función para acabar con las elaboraciones saladas.




    El colofón fue una "sobremesa" de autor francamente buena. Una suave tarta de queso con mango que se deshacía con mucha facilidad en la boca. 

    Su bonita y atrayente presentación, tan diferente a una tradicional que suele presentarse en cuñas, entraba por la vista nada más tenerla en la mesa. Una positiva primera impresión que se se ratifica al degustarla.



    Es importante recalcar que no es sólo lo bien que comimos; es también el magnífico entorno donde nos encontramos y es, por último, la estudiada decoración que nos envuelve, repleta de objetos que recuerdan al Alentejo, con una clara finalidad: que el comensal se sienta cómodo entre esas paredes.

    Todo está pensado hasta el último detalle, incluso la gran luminosidad que hay gracias a unos enormes ventanales que llegan hasta el suelo. Conviene recordar que, aunque estamos en la planta baja del hotel, contamos con la privacidad, confidencialidad y silencio que exige una buena comida. 



    Es también destacable el cuidado y  mimo que ponen en todos los elementos que intervienen en la comida. Comodidad de los asientos, correcta separación de mesas, vajilla, cubertería, temperatura del local, un esmerado servicio y una apreciable delicadeza en los emplatados.




    Me ha gustado, y mucho. Ha sido una bonita experiencia que recordaré cuando piense en la palabra Hilton.


    

    El último párrafo de este post es, por lo mencionado, previsible y sencillo: quiero volver a Évora, una de las ciudades que más me gustan de Portugal, y repetir esta experiencia en un futuro próximo



    Felicidades, "parabens", a cuantos participaron e hicieron posible esta inolvidable comida.

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