Con el sorprendente nombre de
“loca” se conoce a un dulce, de forma circular, típico de la capital malagueña.
Esta torta elaborada con varias
capas de crujiente hojaldre, rellena de una crema pastelera a la que se añade
en su parte superior un glaseado de yema, se puede comprar prácticamente en
todas las confiterías y pastelerías de la ciudad. Un icono para los golosos en
estas latitudes.
El color naranja de la parte
superior, junto con el intenso rojo de la guinda que parece coronarla, nos anuncia
que el manjar del que estoy escribiendo es fácil de localizar en los
mostradores de las pastelerías malagueñas.
Por apenas dos euros (al menos, ésa
fue la cantidad que pagué) hay que darse, nunca mejor dicho, el gusto de
probarla.
Sin duda, un buen recuerdo gastronómico
de cualquier viaje por la cosmopolita Costa del Sol para regalar a amigos y
familiares.
El nombre y los orígenes de esta “torta
loca” son ciertamente anecdóticos.
Invito al lector, desde estos
párrafos, a indagar en esta curiosidad. Seguro que le gustará conocer la
historia.
Aun así, simplemente avanzo algunos
detalles, siendo incuestionable que el adjetivo “loca” de tan singular dulce es
toda una declaración de intenciones.
He oído dos versiones respecto a
su nombre. Por un lado, que bautizarla de esta manera guarda relación con la conocida
y famosa canción llamada “A lo loco se vive mejor” y, por otro, que tiene su
razón de ser en el obrador, cercano a un psiquiátrico de mujeres de Málaga,
donde se elaboraban. Pareciéndome las
dos versiones francamente curiosas, dejo en el aire –con un cierto halo de
misterio- cuál es la que se acerca a la realidad.
De todas formas, hay un dato, según
me comentaron, que es claro: el nacimiento de la “loca”, a mediados del pasado siglo,
tiene mucho que ver con una familia de confiteros de toda la vida de esta
tierra llamada Tejeros.
Un pastel genuino y muy visual
por la intensidad de su color. Me aseguran que los muy amantes de las “locas”,
las suelen a veces encargar en tamaño grande, a modo de una tarta.
Sencillo en su confección, barato
por sus ingredientes y de fácil elaboración (no aprecio mucha complejidad en la
receta), ha calado profundamente en el gusto de los malagueños. Desde luego, un
dulce que cambió el panorama repostero de esta ciudad costera, haciéndose muy
famoso a partir de los años setenta del siglo XX.
Reconozco que, para mí, habitual
“visitante” de las pastelerías de toda España, ha sido un más que goloso descubrimiento.
Me impresionó especialmente su cremosidad.
Mi primer encuentro con la “loca” fue desayunando en una cafetería próxima a la transitada y céntrica calle Larios. Me gustó tanto que, a eso de las seis de la tarde de ese mismo día, cerca del mercado central Atarazanas, me topé con un precioso mostrador de una pastelería donde se sucedían -milimétricamente ordenados- multitud de diferentes pasteles. Entre ellos, visible sobre los otros por su color anaranjado intenso, estaban las “locas”.
Como no podía ser de otra forma (y porque no pude resistirme), la merienda fue igual que el desayuno. Una anécdota que espero sea suficientemente explícita como para argumentar recomendarle al lector, si está por Málaga, probar este sugerente y delicioso pastel.
Finalizo este post indicando que estos párrafos fueron publicados en la web del diario español LA RAZÓN en 13 de marzo de 2023.
No hay comentarios:
Publicar un comentario