En la ciudad belga de Charleroi
encontramos uno de esos restaurantes en los que su recomendación resulta fácil
por las excelencias culinarias sobre las que se asienta.
Cuando me dijeron que iba a comer
entre estas paredes, como hago en muchas ocasiones, indagué en internet para
conocer los comentarios que los comensales vertían en diferentes foros gastronómicos. Eran
francamente buenos, aunque -como es obvio- la opinión a manifestar debe ser la
que se asienta en la experiencia propia. En todo caso, había unanimidad.
Sin embargo, fue un amigo –también miembro de la Academia Extremeña de Gastronomía- quien me dijo que si
pasaba por Charleroi comiera en este restaurante.
Conociendo de quién venían estas
palabras, y lo mucho que sabe y experimenta en esto del buen comer, me pareció
el mejor consejo posible. Así lo hice y reconozco que me regaló gratos
recuerdos.
Este bonito local, no muy grande pero
coquetamente decorado, es un anuncio de lo que nos espera. Algunas de sus
credenciales, con recuerdos de prestigiosas guías en el mundo de la
gastronomía, las vemos a la entrada: Michelin y Gault Millau.
Magníficas referencias, sin duda.
Como es sabido, la guía Michelin,
la más prestigiosa de cuantas hay en este mundo de la cocina, creó la categoría
“Bib Gourmand” para referirse a esos establecimientos que ofrecen una gran
cocina a precios francamente competitivos. Pues bien, éste es uno de ellos.
Tras disfrutar del buen hacer de
estos fogones, con una muy aceptable variedad de elaboraciones, puedo asegurar
que estamos hablando de todo un reclamo gastronómico en la ciudad. Momentos de
placer con una magnífica relación calidad/precio.
Productos de cercanía, de
temporada, de mercado, bajo las mejores manos. Su chef -Stéphane Chermanne-, que parece dar nombre a este espacio gastronómico, nos
presenta unos impecables trabajos, con un toque de refinamiento y sobresaliente
presentación, gracias a su acreditada sabiduría culinaria y a su dilatada
carrera en una localidad que ansía lograr un nuevo renacer. Todo ello, en un
local decorado –como apuntaba al inicio- con muy buen gusto y en los que los
tonos cremas y la estudiada luminosidad envuelven al comensal.
Mi paso por este templo de la gastronomía de Charleroi discurrió por el
mejor de los itinerarios. Me dejó, hay que resaltarlo, un magnífico sabor de
boca.
Permítanme, pues, que les avance someramente algunos detalles de cuanto
tuve la suerte de disfrutar.
Toda esta sinfonía de platos, que no adelanto para que el lector no
pierda esa capacidad de frescura, asombro y sorpresa (apenas anuncio con
algunas fotografías), fueron acompañados de extraordinarios vinos. Ruffus (un
espumoso de estas tierras ciertamente bueno), un rosado Maspouperás (con el sorprendente
nombre de “Por ti conseguiré la luna”) o un tinto Sequoia 2018 de Mauvesin
Barton (Haut Médoc) resultaron la mejor compañía de estas elaboraciones.
Como dice la propia web del restaurante, en una acertada conclusión
sobre los que vamos a encontrar, su cocina se sintetiza en tres palabras:
“sabor, sencillez y originalidad.
Apunto solo, para abrir boca, algunas de las tentadoras propuestas de su
trabajada carta: “croquetas de manitas de cerdo con jugo de ternera y mostaza”,
“pulpo asado acompañado de carne de butifarra italiana, habas, con cremoso de
patatas y parmesano”, “rabo de cerdo confitado con un blanco de Charleroi, puré
de patatas y verdura de temporada”, “filete de salmonete asado con piel, patatas,
espárragos verdes gratinados con parmesano y una vinagreta de balsámico, “créme
brulée con helado de vainilla”….
En fin, una gran variedad entre entrantes, platos principales y postres a disposición del comensal que, en nuestro caso, se aderezó por la magnífica compañía y conversación de un grupo de amigos.
Así pues, si viajan a esta ciudad belga, si desean disfrutar del trabajo de esta prestigiosa cocina, no duden en reservar.
No cabe excusa para no hacerlo, más aún si son amantes de la buena
gastronomía.
Web: https://restaurantchermanne.be/
Acabo estas líneas aconsejando conocer algunos rincones, realmente bonitos, de esta ciudad valona que está inmersa en un gran proceso de transformación urbanística y modernización.
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