https://www.larazon.es/viajes/20220721/y46ej24w7naiba7wbltzdptscy.html
Os transcribo el reportaje mientras lo "aliño" con diferentes instantáneas que pueden obtenerse desde ese increíble mirador.
He visitado Valonia en numerosas
ocasiones. Spa, Namur, Lieja, Tournai,
Mons han sido inolvidables destinos de mis escapadas. Sin embargo, tenía un viaje pendiente: la localidad de Dinant.
Por fin, el sueño se ha cumplido.
Recientemente pude conocerla, recorrer sus calles y “saborear” ese magnífico
ambiente que desprende.
No engaño a la verdad si escribo que, entre sus argumentos turísticos, hay tres – en mi opinión- que sobresalen con diferencia. Me refiero a la ciudadela (situada sobre un gran acantilado rocoso, con aires inexpugnables, en un lugar de una indiscutible importancia estratégica), a la colegiata de Notre Dame (con su característico campanario en forma de bulbo) y al encauzado paso de las aguas del río Mosa en su tránsito hasta su desembocadura en el mar del Norte.
Pues bien, creo que la fotografía
que apoya este reportaje engloba perfectamente esa agradable sensación del reto
viajero anhelado y conseguido. Una imagen vale más que mil palabras.
Desde lo alto de esta
impresionante estructura defensiva, testigo mudo de importantes batallas
acaecidas a lo largo de los siglos, afloraron en quien les escribe sensaciones
difíciles de explicar. Dinant se extiende, con bastante armonía urbanística, a
mi derecha y a mi izquierda. Estoy en lo más alto. Dinant a mis pies en un día
soleado que parece invitarnos a inmortalizarla con innumerables instantáneas.
Sin duda, tengo las mejores panorámicas.
Desde este privilegiado mirador puedo hacerme una idea de su tamaño y
extensión, de la importancia que este río ha tenido a lo largo de su historia,
del por qué se asentó aquí esta población y de la belleza del puente Charles de
Gaulle (decorado con banderas y numerosas estatuas de saxofones para recordar
que fue en este municipio donde nació Adolphe Sax, inventor de este instrumento
musical).
Desde aquí entiendes también por
qué a Dinant, erigida a lo largo de su cauce, la llaman la “joya del Mosa” o la
“hija del Mosa”.
No cabe duda, son unas vistas
impactantes. Es un observatorio único al que se puede acceder en funicular o subiendo
los más de cuatrocientos escalones (para los que estén más en forma) de su
escalinata de piedra. Mereció la pena subir hasta aquí. Ésa es la sensación que
lo resume.
Se atribuye al gran viajero árabe
Ibn Battuta a la siguiente frase: “Viajar
te deja sin palabras y después te convierte en un narrador de historias”.
Este mensaje me vino a la memoria
en aquellos momentos. Quería disfrutar de estas panorámicas, necesitaba sentir
la emoción de estar en un mirador tan especial. No hacía falta, en esos
instantes, hablar con nadie. Era una experiencia personal; esos minutos eran
para mí. Más tarde, como es el caso, y
tan bien puntualizaba este gran viajero medieval, lo convertiría en esta
pequeña “narrativa“ viajera.
Valgan pues estas fotos como reflejo
fiel de lo que nos espera en una de las localidades más bonitas de Bélgica.
La conclusión de cuanto escribo
es clara. Viajen a Valonia, descubran la belleza de esta región del sur belga y
acérquense a conocer Dinant. Por muy altas que sean las expectativas que el
lector tenga, las supera.
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