lunes, 20 de diciembre de 2021

El hall del hotel Marlin de Dublín

 

    Se llama Marlin y se encuentra en Dublín. Un céntrico hotel con una ubicación privilegiada, situado en la capital irlandesa, en el que el diseño es la más visible de sus señas de identidad.



   Hay algo de especial cuando se traspasa su puerta de entrada. El huésped parece estar inmerso en ambiente que le envuelve. La originalidad, la decoración, la vanguardia, la singularidad y particularidad del hall de este cuatro estrellas rápidamente llaman la atención del visitante. Imposible pasear por él y no parar varias veces para observar y apreciar todo lo que le rodea.



    Un gran rótulo luminoso, encima de la recepción, en el que se lee la palabra Dublín, nos reafirma sobre la ciudad en la que nos encontramos.



    Pero, junto todo esto, descubrimos una muy estudiada fusión de muebles nuevos y antiguos, de raras esculturas, de juegos de luces según el espacio donde nos movemos y de ideas decorativas innovadoras.

    No sé quién firma este fantástico trabajo. Tampoco conozco el autor o los autores. Desde este blog no puedo más que felicitar a los responsables de la decoración de un espacio que, debido a la singularidad y complejidad de su irregular planimetría, tiene una evidente dificultad adicional para lograr un buen resultado.

    Como todos sabemos, el hall es la carta de presentación de un hotel. Aquí se va definiendo la personalidad del alojamiento. La primera mirada, los primeros momentos y las primeras sensaciones se sitúan aquí. Dicen mucho, esas iniciales impresiones, de lo que vamos a encontrar. 


    

    Hay elementos decorativos que unen la belleza y la utilidad. Por citar uno de ellos, toda una pared de encuentra rellena de sillas. 

    Éste podría ser el verbo que debe utilizarse correctamente (rellenar), porque diferentes sillas aparecen incrustadas en un lateral del hall. 

    Cuando, quien les escribe, se interesa por este curioso detalle se da cuenta que ese mobiliario se puede sacar, utilizarse y, posteriormente, guardarse en su sitio primigenio. Una acertada idea para no ocupar espacios.




    Los que tenemos una edad, recordamos esas cabinas equipadas con una cámara de foto en su interior que hacía automáticamente unas fotografías. Muy utilizadas antaño para el D.N.I. o como recuerdo con los amigos. 

    Pues bien, este "Fotomatón" (como cariñosamente se le llamaba) aunque obviamente más moderno (conectado por wifi a nuestro portátil) nos permitirá recordar aquellos años y sacarnos unas fotografías.




    Bonitos sillones, una antigua cabina de teléfono (más de un pequeño preguntará para qué sirve eso), esculturas de humanos con caras de perros, un árbol de madera en el centro de todo o unas llamativas luces rojas que nos anuncian donde se encuentran los ascensores, son parte de todo este puzle perfectamente ensamblado. 

    Todo tiene su sentido y su sitio. Ese aparente caos decorativo es, en realidad, todo lo contrario: un trabajado espectáculo por sí mismo.



      A todo ello hay que sumarle que, a través de diferentes tonalidades y con la ayuda de distintas iluminaciones, se van consiguiendo diversas estancias perfectamente definidas. 

   Una pequeña furgoneta donde tomar café (al estilo de las modernas Foodtrucks) o un clásico de mi juventud como era una Vespa, son también parte de este majestuoso decorado.



    En fin, librerías, estanterías, un grifo, una zona de autocheking y mucho, pero mucho, espacio forman este sorprendente hall de entrada de uno de los hoteles referencia de Dublín. 




   Marlin es joven. Lleva poco tiempo en la ciudad, pero desde su inauguración se ha erigido como una propuesta hotelera con cimientos sólidos y argumentos contundentes para quedarse por mucho tiempo. 



    Las palabras, en numerosas ocasiones, no son suficientes -ni siquiera valen como un acertado resumen- para recopilar y recapitular ese gran conglomerado de posibilidades que ofrece este hall de entrada. 

    Lo aparentemente desordenado está perfectamente organizado. Zonas con tenue iluminación y zonas con mucha luz natural gracias a grandes ventanales que dan a las calles adyacentes. Espacios casi cerrados y espacios abiertos y despejados.  Así es el lobby y la recepción del Hotel Marlin de Dublín.



    No queda pues más que adornar este post con la mejor de los argumentos: las instantáneas que tomé durante los días en los que, a finales del año 2021, me hospedé entre estas paredes.



    Un hotel, dicho sea de paso, ciertamente recomendable donde, además, la gastronomía es otro de sus fuertes. Su restaurante "Canteen Marlin" es todo un ejemplo de cómo se trataba y trata una excelente materia prima. 

    No hay nada mejor que una imagen, una instantánea, para corroborar y ratificar cuanto escribo. Esos aires innovadores, de diseños vanguardistas, osados, atrevidos y con una importante dosis de genialidad se plasman en la entrada de la habitación donde se guardan las maletas. Os cuelgo la foto. Las palabras sobran. 



    En definitiva, por experiencia propia puedo asegurarles que son bienvenidos en Marlin (https://www.marlinhotel.ie/).




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