La semana pasada estuve
recorriendo algunas ciudades del norte de Portugal. Concretamente, conociendo
una región llamada Tras Os Montes. Era la primera vez que pisaba estas tierras cercanas
a Galicia y, antes de partir, deseaba conocer un poco su historia.
Buceando en internet descubrí la
importancia que una localidad, llamada Chaves, tuvo durante el imperio romano y
cómo supieron integrar en sus vidas las bondades del agua que el suelo guardaba
bajo sus pies. Un subsuelo rico por tener un inagotable acuífero a pocos metros
de profundidad.
Como curiosidad, según me
comentaron, el agua brota a la superficie a nada más y nada menos que 73 grados
centígrados. Sí, no me he equivocado al escribirlo. Aguas mineromedicinales,
bastantes calientes, que por sus características y propiedades terapéuticas han
sido durante siglos el reclamo y la coartada para visitar esta ciudad.
Las termas de Chaves, siguiendo
esta tradición milenaria, conforman pues un fantástico argumento también para
aquellos que quieren descubrirlas con un fin puramente lúdico y de
relajamiento. Independientemente de los contrastados efectos beneficiosos que
ofrece para nuestra salud (temas musculares, aparato digestivo, vías respiratorias,
recuperación postraumática, etc.), también son muy indicadas para quienes
simplemente quieren disfrutar de momentos de paz y tranquilidad. En cierta
forma, es mimarse a sí mismo o dejar que, a través de diferentes tratamientos,
te mimen. Todo un conjunto de actividades dedicadas al ocio y al bienestar
(cabinas de hidromasajes, sauna, baño turco, piscinas termales, spa, masajes,
etc.).
Tuve la oportunidad de disfrutar
de algunos de los tratamientos que estas termas ofrecen. Uno de ellos, es un relajante
masaje en una ducha Vichy (hidroterapia con múltiples duchas que actúan a la
vez sobre el cuerpo). Una fantástica experiencia que recomiendo al lector.
Creo no exagerar al aconsejar que,
frente a la fatiga cotidiana, al estrés del día a día o a la omnipresente ansiedad
aquí encontramos un antídoto perfecto contra estos males. Un pequeño/gran
remanso de paz en el norte de Portugal que, además, guarda la milenaria historia
de un imperio, el romano, que puso sus ojos y dejó su impronta en estas tierras.
No es preciso decir que para el
imperio romano las termas, además de un lugar de higiene y lavado, eran también
un motivo de socialización, charla y reunión.
Chaves, la antigua Aquæ Flaviæ
(denominada así en tiempos del emperador Flavio Vespasiano), fue un importante
centro de comunicaciones. Su posición estratégica al converger allí varias vías
romanas, la fertilidad de estas tierras y la abundancia de aguas fueron
determinantes para asentar aquí un significativo núcleo poblacional.
A día de hoy, pueden verse importantes restos pétreos
de este milenario gran pasado. Entre ellos, el más destacado es el famoso
puente romano sobre el rio Támega.
No quiero olvidar que estas aguas
mineromedicinales se pueden beber. Aunque dentro del propio recinto termal te
ofrecen esta posibilidad, en el exterior existe una “buvette” (fuente termal)
donde pueden probarlas.
Va siendo hora de romper una
lanza en favor de los balnearios termales, que los hay muchos y de muy buena
calidad en la península ibérica.
Esa idea trasnochada de que a estas
instalaciones sólo van personas mayores o con problemas de salud afortunadamente
va decayendo. Un balneario es también una zona de ocio, de relajación. En
definitiva, de bienestar, de calidad de vida. Se han convertido, por derecho
propio, en un destino de vacaciones y en Chaves tienen esa posibilidad.
¿Qué le parecería pensar en esta
ciudad para su próxima escapada? Esta urbe, además, atesora otros muchos alicientes
que, seguro, le apasionarán. Simplemente menciono algunos: una cuidada gastronomía
(recomiendo probar el pastel de Chaves –un crujiente hojaldre relleno de carne-
y el folar de Chaves –un pan típico, especialmente en épocas de cuaresma,
relleno de trozos de carne-), muy buenos vinos, la espectacular torre del
homenaje del castillo, emblemáticas plazas, el imponente edificio (Paços do Concelho)
que es la sede del Ayuntamiento, curiosas historias y anécdotas que algún guía
les explicará, preciosas iglesias (Santa María la Mayor, de la Misericordia, San Juan de Dios....), grandes fortificaciones (Forte de Sâo
Francisco y Forte de Sâo Neutel), el impresionante museo de arte contemporáneo Nadir
Afonso (contiene mucha de la obra de este universal artista portugués en un
edifico diseñado por el prestigioso arquitecto Álvaro Siza Vieira), una densa
vida cultural, envidiables vistas desde la parte alta de la ciudad y un entorno
natural ciertamente envidiable.
Piensen en ello y, si pueden, háganme
caso. Chaves como destino para sus próximas vacaciones. Están a tiempo.
Datos útiles:
¿Dónde comer? Restaurante Adega
Faustino. Un clásico con una magnífica representación de la cocina de Tras Os
Montes ubicado en las instalaciones de lo que fue un antiguo mercado.
¿Dónde dormir? En una pequeña aldea
(Casas Novas), a pocos kilómetros de Chaves, el viajero descubrirá un precioso
palacio del siglo XVIII que ha sido cuidadosamente restaurado y reconvertido en
un hotel con todo tipo de comodidades (grandes jardines, excelente restaurante,
spa, piscina interior y exterior, amplias habitaciones, zona deportiva, etc.).
Su nombre: Casas Novas Countryside Hotel Spa & Events (www.hotelcasasnovas.com)
Indicar, por último, que este reportaje fue publicado en la web del diario español LA RAZÓN el 23 de julio de 2019
https://www.larazon.es/viajes/chaves-un-destino-con-mucha-agua-IH24328404
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