miércoles, 9 de mayo de 2012

Caminando entre rocas por Irlanda


             
    Me gusta llamar a este paraje especial "la otra Irlanda". 




   Todos asociamos esta isla con el color verde, con el trébol, con la cruz celta, con grandes extensiones de pastos y ovejas, con vacas, con pubs y con la tranquilidad de una gente hospitalaria y acogedora que recibe al visitante con los brazos abiertos.



                  
    Esto es, obviamente, cierto. Sin embargo, Irlanda es también descubrir una variedad paisajística curiosa y difícil de imaginar, salvo que se visiten estas latitudes.






    Me refiero a lo que se conoce como "El Burren", que literalmente significa "lugar pedregoso". Se trata de un paraje rocoso, con recuerdos lunares, donde parece no existir nada más que una sucesión interminable de rocas (300 kilómetros cuadrados) y algún pequeño verdor entre tanta piedra. Esta zona, dicho sea de paso, posee una gran riqueza arqueológica, con numerosas tumbas megalíticas y dólmenes.



                  
    Tan curioso es el lugar que, según me comentó mi guía, se decía que "aquí no se podía matar a nadie porque no había árbol donde colgarlo, tierra donde enterrarlo, ni agua con la que ahogarlo".
                  
    Contundentes, exageradas y expresivas palabras, que, de una manera un tanto peculiar, no hacen sino resaltar lo "desértico e inhabitable" de este lugar. Aunque, a decir verdad, ya en tiempos remotos hubo habitantes por estas tierras, como lo demuestran los restos megalíticos encontrados y algún dólmen que puede visitarse.





                
    En todo caso, no hacen estas fotografías más que resaltar un nuevo paisaje irlandés, generalmente desconocido, pero no por ello igualmente espectacular y atrayente.



              
    Así pues, en el oeste de Irlanda, cerca de la localidad costera de Galway -donde seguramente pernoctaremos-, hay una maravilla paisajística rocosa protegida por las autoridades del país (ahora bajo el paraguas jurídico de Parque Nacional).
              
    Curiosidades de la vida. Lo que antaño era una paraje inhóspito -donde, incluso, algunos fueron desterrados- ahora es un argumento turístico de primer orden en Irlanda.
               
    Al parecer, para los que creen en estas cosas, aquí existe una fuerza magnética especial que ya conocían los celtas. Es cuestión de que lo compruebes. 

    No sé si será cierto o no. Lo que sí puedo asegurar es que es realmente bonito ver esas costas rocosas, llenas de salientes y entrantes, donde parecen encontrarse para siempre dos bellezas de la naturaleza: el Atlántico y "el Burren"
               
    Si vas por ahí, por favor, no te lo pierdas. Agradecerás el consejo.

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