martes, 10 de diciembre de 2024

Éfeso, piedras milenarias que cuentan historias

 

    He viajado en numerosas ocasiones a Turquía. Estambul, la costa del mar Negro, Ankara, Capadocia, Bodrum, etc. han sido a lo largo de estos años algunos de mis destinos.




    Sin embargo, siempre anhelé conocer Éfeso (muy cerca  ciudad de Izmir)




    Creo que a todos los que nos gusta la historia, ver “in situ” estas ruinas (declaradas en el año 2015 por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad) es uno de esos sueños que siempre quieres que se cumplan.




    Fue a mediados de este año cuando, por fin, pude conocer este famoso yacimiento arqueológico, posiblemente el más importante del país.




    No deseo, en estos párrafos, ir relatando la historia y los monumentos que el viajero puede encontrarse. Hay sobre ello numerosas guías viajeras, algunas muy buenas.



    Lo que pretendo es plasmar algunos datos que permiten hacernos una idea de la importancia de que tuvo Éfeso, razón por la que fue tan deseada y codiciada, a lo largo de los siglos, por tantas civilizaciones.



    Por citar algunos datos ilustrativos, aquí se encontraba el famoso templo de Artemisa (considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo), en su momento contaba con un próspero puerto marítimo que le permitía -además de la entrada de todo tipo de mercancías de diferentes partes del mundo conocido- presumir de ser una urbe tremendamente cosmopolita para la época, su gran teatro llegó a tener una capacidad de 25.000 espectadores, era una de las doce ciudades jónicas fundadas a orillas del Mar Egeo, se afirma que fue la primera ciudad del mundo en iluminar de noche algunas de sus principales calles, aquí se encontraba la biblioteca de Celso (por entonces, una más grandes del mundo, de cuyo edificio aún queda en pie parte de la fachada) o, según aseguran los historiadores, en su periodo de máximo apogeo su población superaba con creces los 200.000 habitantes. Éstas son sólo algunas de las maravillas de esta ciudad greco romana.





    Éfeso, conviene recalcarlo, tuvo un papel crucial para los primeros cristianos. Aquí predicó y vivió durante algún tiempo San Pablo y fue la sede en el año 431 del Tercer Concilio Ecuménico.



    Alejandro Magno, Cicerón, Julio César, Cleopatra, Trajano o Adriano fueron algunos de los personajes históricos que la visitaron, lo que nos da una idea de la importancia cultural, económica, social y religiosa de esta entonces ciudad portuaria del mar Egeo.



    Así pues, pasear por las ruinas de Éfeso es un viaje al pasado que envuelve al viajero en una fascinante atmosfera.



    Aquí las piedras parecen hablarnos, contarnos historias y la mente -de manera inconsciente- se traslada hacia aquellos gloriosos tiempos en la que esta ciudad era una referencia y la envidia de otras urbes.



    Dicen, con razón, que un viaje se vive tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos.



    En mi caso, esta frase es perfectamente aplicable. Soñé en varias ocasiones viajar hasta esta parte de Turquía, disfruté recorriéndola y, por último, estas líneas no son más que un recuerdo de este fascinante viaje.





    Finalizo indicando que estos párrafos se publicaron en la web del diario español LA RAZÒN el 10 de diciembre de 2024.

Éfeso, piedras milenarias que cuentan historias





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