lunes, 28 de marzo de 2022

Menorca, una isla con una gran riqueza arqueológica


     La primera impresión que tuve, tras regresar de esta isla, es la constatación de la multitud de posibilidades y facetas, de la más diversa índole, que ofrece al viajero. 

   El hecho de que estuviera habitada desde tiempos remotos, el gran número de restos pétreos arqueológicos existentes y el aceptable estado de conservación, a pesar del tiempo, justifican que con fundamentos ciertamente sólidos sea una firme candidata, en este aspecto, a ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la U.N.E.S.C.O.



    Conviene recordar un dato importante: la extensión de la isla no llega los 700 kilómetros cuadrados y, sin embargo, alberga el tesoro de contar con más de 1.500 yacimientos que nos permiten conocer algo mejor cómo era la vida y las costumbres de estos habitantes cuyo principal sustento era una agricultura muy incipiente, la caza y la ganadería.

    El dato es suficientemente elocuente como para que el turista (además de sol, playa y buena gastronomía) se adentre en esta desconocida -por muchos- vertiente histórica, tremendamente atrayente y, a la vez, sorprendente.  Sin duda, una seña de identidad de la isla.



    Asentamientos cercanos a la costa, hipogeos funerarios, navetas donde se realizaban inhumaciones, necrópolis, restos de silos y almacenes, poblados talayóticos, torres de vigilancia, cuevas artificiales, cuevas naturales con evidencias de su utilización como lugar de resguardo, taulas, talayots, cimientos pétreos de posibles casas, sepulcros megalíticos, etc., etc. En definitiva, diversas tipologías constructivas, con su propia singularidad (al no utilizar argamasa) pueden ser visitadas por el viajero.



    Un verdadero museo al aire libre que ha soportado estoicamente las inclemencias de la climatología y los avatares del transcurso de tanto tiempo. Unos testigos mudos de cuantos acontecimientos históricos han ido sembrando y formando la historia de Menorca y la forma de ser de los isleños.



    Oiremos hablar, mientras visitamos la isla, de cultura talayótica. El nombre, seguramente desconocido por la mayoría de nosotros, proviene de un elemento característico de esta cultura: los talayots (construcciones de piedra seca, en forma de torre, normalmente cónicas o piramidales).

    Poblado talayótico de Cornia Nou, hipogeo de Torre del Ram, naveta de Biniac oriental, navetas des Tudons, talayotes de Torelló, de Trepucó y de Torretrencada, necrópolis y cuevas de cala Morell, poblado de naviformes de Son Mercer de Baix, poblado talayóticos de Son Catlar, de Montefí, de Sant Agustí, de Torralba d´en Salort, de Torretrencada o de Sa Torreta, cuevas de Cárritx, taula de Torrellisar, etc., etc. Y así multitud de ellos.



    Quien les escribe, entre otros, visitó el poblado prehistórico de Talatí de Dalt, cerca de Mahón, del que os pongo unas fotografías.

    Solo queda, por ser de justicia, desear que la U.N.E.S.C.O. reconozca esa gran densidad y riqueza, sin igual, de monumentos arqueológicos y esa herencia cultural e histórica, con el mayor de los galardones: su declaración como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

   Finalizo diciendo que este reportaje se publicó en la web de la revista española Grada

Menorca, una isla con una gran riqueza arqueológica. Juan Antonio Narro (grada.es)



    Simplemente, como nota culinaria de este reportaje, voy a recomendar un restaurante, situado en Ferreries, que me encantó. Su nombre: Rias Baixas (http://riasbaixasmenorca.es/es/). Os gustará.



    Por cierto, no os perdáis su "pastel de queso tierno".

 




 

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