Mediados de enero del año 2022.
Me dirijo a la localidad portuguesa de Lousá, a pocos kilómetros de la conocida
ciudad universitaria de Coimbra. Viajo al centro del país.
Son muchos los deseos de volver a
visitar este famoso hotel situado en pleno centro urbano. Desde el año 2015 no
estaba por estas tierras. El que fuera el primer palacio convertido en hotel
boutique de Portugal tiene ahora una nueva propiedad. Está incluido en el
prestigioso grupo Discovery Hotel Management –DHM- (https://discoveryportugal.com/)
Las expectativas se cumplen con
creces porque, por fortuna, sigue manteniendo el sabor de la historia de estos
muros centenarios. Su decoración, que cuadra perfectamente con el pasado del
palacio, nos envuelve y acompaña con la imaginación a otros siglos. Lo que su
rica historia puede ofrecer, fusionada con las comodidades de un alojamiento de
primer nivel. Bonita combinación, extraordinaria alianza entre el pasado y el
presente.
Referente en el turismo de esta
zona, es una apuesta decidida por la calidad, el confort, la tranquilidad y la
buena gastronomía.
Todo ello, unido a un entorno
natural envidiable, y único en Portugal, como es la sierra que nos rodea, las
famosas “aldeias do Xisto” (pizarra) que tanto abundan por estas latitudes o el
antiguo “Real Neveiro” donde se almacenaba nieve que se transportaba
posteriormente a la corte portuguesa, en Lisboa.
Su restaurante “A Terra” ofrece sugerentes
platos de magnífica calidad y atractivas presentaciones en un ambiente único (un
espacio totalmente acristalado con vistas a las montañas que nos rodean).
La oferta culinaria, además de la impronta y buen trabajo del equipo de cocina y sala no olvida los productos de la tierra, apostando por la materia prima local y las elaboraciones de la tierra. Los ejemplos son claros: “Ovos rotos com cogumelos, chouriço regional e presunto”, croquetas de jabalí, “alheira de caça de Foz de Arouce con broa de Serpins” o “queijo de cabra de Arganil”.
Quizás, el más claro detalle de
esta filosofía de potenciación del producto autóctono lo tuve cuando probé un
dulce típico, durante el desayuno, llamado “Lontra”. Un “doce regional” tradicional,
de consistencia parecida a un bollo de leche, relleno de crema y un toque de
canela. No les avanzo más, simplemente les sugiero lo prueben. Les encantará.
El Palacio de Lousá (http://palaciodalousa.com/), antaño
palacio de la Viscondesa de Espinhal, tiene una arquitectura típica de finales
del XVIII y principios del XIX. Clasificado como Patrimonio Histórico de
Interés Público, esconde anécdotas históricas acaecidas durante las guerras
napoleónicas de principios del siglo XIX dignas de conocer. Una de ellas,
posiblemente la más célebre de todas, tiene aires culinarios y tuvo como protagonistas
insignes militares de alto rango franceses e ingleses. Entre ellos, el Duque de
Wellington. Seguro que cuando estén allí se interesarán por este curioso
detalle histórico.
Impresionan sobremanera las
espectaculares escaleras de mármol que permiten el acceso a la primera planta. Subir
por ellas es toda una declaración de intenciones de lo que nos ofrece este palacio/hotel/boutique
que respeta y conserva escrupulosamente un rico pasado que no debe olvidarse.
https://www.canalextremadura.es/a-la-carta/lusitania-express/audios/lusitania-express-020222
En formato Ivoox: https://www.ivoox.com/conociendo-palacio-da-lous-audios-mp3_rf_82147230_1.html
Les podría hablar de sus amplias
habitaciones y preciosas suites, de su cuidada decoración, de su apuesta por la
bicicleta (“Bikotel”) como medio de locomoción que nos permitirá conocer los
alrededores, de su ubicación privilegiada, de su amplio jardín, de la alta
calidad de sus amenities, de algunas de sus estancias o de la profesionalidad y
magnífico trato que se dispensa al huésped. Todos ellos son motivos suficientes,
desde luego, para acercarnos hasta Lousá.
Sin embargo, hoy quiero poner el
foco de mi atención en esa atmósfera acogedora que el cliente apreciará y en el
indiscutible privilegio de pasar unos días rodeado de historia.
La huella de su pasado está
presente, el recuerdo de este edificio aristocrático se nota. Esa memoria de
otros tiempos no es incompatible con las muchas atenciones y servicios que estas
cuatro estrellas ofrecen.
Así pues, solo queda para finalizar, además de aconsejarlo por razones obvias, felicitar a los responsables de este precioso desafío hotelero. Dar vida y conservar edificios cuyas paredes parecen hablar de su pasado, es trabajo arduo que siempre debe ser reconocido.
Como dicen en Portugal, "Parabens".
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