martes, 16 de febrero de 2021

Por tierras de “Jose María El Tempranillo”

 

    Si escribo el nombre de José Pelagio Hinojosa Cobacho, con seguridad, a la mayoría de las personas no les diga nada. Sin embargo, si escribo, “Jose Maria El Tempranillo” o, simplemente, “El Tempranillo”, posiblemente, viajarán con la imaginación a los tiempos del bandolerismo.





    Sobre este personaje histórico, real, de principios del siglo XIX, se ha escrito mucho, pero también ha ingresado en esa indeterminada nebulosa que es la leyenda. A veces, sobrepasando la realidad. En todo caso, lo cierto es que no pasó desapercibida su azarosa, singular, corta y aventurera existencia. Apenas veintiocho años dieron para escribir mucho. Fue, así lo dicen las crónicas, el más famoso de los bandoleros de su tiempo.

    Alrededor de su vida, como incomparable reclamo, se ha ideado una ruta turística que permite conocer algunos de los más importantes escenarios por los que deambuló.

    Se sabe que nació en Jauja (provincia de Córdoba) y que tuvo que huir, para esconderse en la sierra, a muy temprana edad por haber matado a una persona tras una reyerta.





    Allá por 1832, cuando su leyenda era conocida en toda España, fue indultado por el rey Fernando VII. Salió así del pozo de la clandestinidad.

    Se decía de él que fue un bandolero generoso. Murió un 23 de septiembre de 1833, curiosamente cuando perseguía a unos ladrones que se habían refugiado en un cortijo, a pocos kilómetros de Alameda.

    Entorno a la vida y andanzas de este hombre, al que algunos han llamado ”el bandolero bueno”, nace esta ruta que, además de evocar épocas anteriores, nos adentra en pueblos, caminos, anécdotas y “paisajes bandoleros” dignos de conocer.






    Badalatosa, la ermita de Nuestra Señora de Fuensanta (en Corcoya), las cercanas cuevas donde en ocasiones se escondía, las serranías aledañas, centros temáticos, etc. conforman parte de este singular recorrido al que se une la vertiente gastronómica, al poder saborear las delicias y viandas que en estas tierras el viajero tendrá la suerte de probar.






    Recuerdo con especial cariño un mirador de los que dejan huella. Me estoy refiriendo al meandro del río Genil, en Badalatosa (Sevilla). Muy cerca de este municipio, tras dejar a un lado la carretera y recorrer un corto camino de tierra, llegamos a una pequeña atalaya natural donde se puede apreciar la belleza incomparable de este entorno en el que el río parece abrazar y rodear una parte de la sierra. Esta pronunciada curva que dibuja su cauce es un regalo que la naturaleza presta a los ojos de quienes por allí se acercan. Visita obligada, desde luego, para los viajeros que, estando en estas tierras, gusten de la fotografía.




    Todo esto se fusiona con recorridos tematizados en los que nos acompañarán actores vestidos a la antigua usanza (trabuco en mano), buena comida y algunas sorpresas (como, entre otras, un curioso salvoconducto bandolero). No es preciso adelantar más para no perder esa bonita capacidad de asombro al descubrir algunos hechos que allí nos explicarán con todo tipo de detalles.

    Una ruta ciertamente recomendable.




    Web: www.rutadeltempranillo.es



    Para finalizar, indicar que este reportaje se publicó en la revista Grada en su edición escrita de febrero de 2021





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