Si escribo el nombre de José Pelagio
Hinojosa Cobacho, con seguridad, a la mayoría de las personas no les diga nada.
Sin embargo, si escribo, “Jose Maria El Tempranillo” o, simplemente, “El
Tempranillo”, posiblemente, viajarán con la imaginación a los tiempos del
bandolerismo.
Sobre este personaje histórico,
real, de principios del siglo XIX, se ha escrito mucho, pero también ha
ingresado en esa indeterminada nebulosa que es la leyenda. A veces, sobrepasando la realidad. En todo
caso, lo cierto es que no pasó desapercibida su azarosa, singular, corta y
aventurera existencia. Apenas veintiocho años dieron para escribir mucho. Fue, así
lo dicen las crónicas, el más famoso de los bandoleros de su tiempo.
Alrededor de su vida, como
incomparable reclamo, se ha ideado una ruta turística que permite conocer
algunos de los más importantes escenarios por los que deambuló.
Se sabe que nació en Jauja
(provincia de Córdoba) y que tuvo que huir, para esconderse en la sierra, a muy
temprana edad por haber matado a una persona tras una reyerta.
Allá por 1832, cuando su leyenda
era conocida en toda España, fue indultado por el rey Fernando VII. Salió así del pozo de la clandestinidad.
Se decía de él que fue un
bandolero generoso. Murió un 23 de septiembre de 1833, curiosamente cuando
perseguía a unos ladrones que se habían refugiado en un cortijo, a pocos
kilómetros de Alameda.
Entorno a la vida y andanzas de
este hombre, al que algunos han llamado ”el bandolero bueno”, nace esta ruta
que, además de evocar épocas anteriores, nos adentra en pueblos, caminos,
anécdotas y “paisajes bandoleros” dignos de conocer.
Badalatosa, la ermita de Nuestra
Señora de Fuensanta (en Corcoya), las cercanas cuevas donde en ocasiones se
escondía, las serranías aledañas, centros temáticos, etc. conforman parte de
este singular recorrido al que se une la vertiente gastronómica, al poder saborear
las delicias y viandas que en estas tierras el viajero tendrá la suerte de
probar.
Recuerdo con especial cariño un
mirador de los que dejan huella. Me estoy refiriendo al meandro del río Genil,
en Badalatosa (Sevilla). Muy cerca de este municipio, tras dejar a un lado la
carretera y recorrer un corto camino de tierra, llegamos a una pequeña atalaya
natural donde se puede apreciar la belleza incomparable de este entorno en el
que el río parece abrazar y rodear una parte de la sierra. Esta pronunciada
curva que dibuja su cauce es un regalo que la naturaleza presta a los ojos de
quienes por allí se acercan. Visita obligada, desde luego, para los viajeros
que, estando en estas tierras, gusten de la fotografía.
Una ruta ciertamente recomendable.
Web: www.rutadeltempranillo.es
Para finalizar, indicar que este reportaje se publicó en la revista Grada en su edición escrita de febrero de 2021.
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