En la época en que viajé hasta aquí, el Papa
Francisco acabada de regresar de un viaje por Lituania. Entre los lugares que conoció se
encontraba éste. Estoy seguro que le impactaría.
Cuando hablaban en las noticias de esta pequeña nación
báltica, que recobró no hace muchas décadas su independencia, recordé uno de los lugares más insólitos que
he visto. Se trata de la “Colina
de las Cruces” (“Kryziu Kalnas”, en lituano), a doce kilómetros
aproximadamente de Šiauliai (al norte del país).
Aunque hay numerosas versiones sobre su origen, lo cierto es que este lugar sagrado es una muestra clara de la
inquebrantable fe de este pueblo tan perseguido a lo largo de la historia.
Un símbolo,
cuando se conoce la historia, de resistencia contra la opresión y también
un icono religioso al convertirse en lugar de peregrinación de los lituanos,
mayoritariamente católicos.
Aquí el viajero descubrirá, sobre un pequeño
cerro y sus alrededores, una increíble multitud de cruces de todos los tamaños,
colores, tallas, diseños y materiales. Algunas están incluso dedicadas
Se calcula que
superan con creces las cien mil. Imposible hacer un recuento.
Unas escalinatas y unos pasillos nos internan en el corazón de
esta colina donde encontraremos también diferentes imágenes de la Virgen,
rosarios colgados en cruces, cuadros de santos, inscripciones, etc.
Durante la época soviética intentaron destruirlas,
pero, a pesar del empeño del entonces gobierno comunista, “brotaron” nuevamente.
Se dice que los lituanos de noche, con mucha cautela y
en secreto para evitar represalias, “plantaban” nuevas cruces.
Como curiosidad,
frente a la colina hay una gran cruz donada por Juan Pablo II con ocasión de su
viaje en 1993. Su visita, el 7 de septiembre, la hizo famosa más allá de
las fronteras del país.
Lo cierto que es que en ningún lugar de la tierra
encontrarás un escenario como éste. No cabe duda que con los nuevos tiempos se ha convertido en un reclamo
muy turístico, pero ello no puede ni debe servir para olvidar su pasado, su
historia y su razón de ser. Las explicaciones de un guía o un libro sobre la
“Colina de las Cruces” serán magníficos recursos para ilustrarte durante la
visita.
El acceso es
libre, al menos cuando fui. No tuve que pagar entrada salvo que
vayas en coche que debes abonar el aparcamiento.
El día de mi visita, como puede verse en las imágenes, no era
bueno. El cielo estaba totalmente encapotado e iba a llover de nuevo. Había
bastante viento. Una tarde ciertamente desapacible. Sin embargo, me asombró también
el ruido que el viento provocaba sobre las cruces, de pequeño tamaño, que
se movían y chocaban con las más cercanas.
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