Recientemente
estuve en Estonia. Poco conocía de este estado europeo que hace poco tiempo recobró
su independencia. Apenas algunos retazos de su historia: que fue parte de la U.R.S.S.,
que es el más norteño de los denominados "países bálticos" y el
nombre de algunas de sus ciudades. Aún guardo, incluso, viejos mapas y libros
de texto de mi madre donde figuraba como una república más de la extinta Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Era
finales de diciembre y el frío y la nieve habían hecho acto de presencia por
estas tierras. Lógico dada la latitud y la fecha en que me encontraba. Nada
raro pues. Eso, para mí, dicho sea de paso, no es ningún inconveniente. Bien
abrigado y con buen calzado se soporta y, además, se puede disfrutar "in
situ" de unas auténticas navidades blancas como las que recordamos en las
películas.
No
sé como será Estonia en primavera (imagino que preciosa), pero en invierno es
realmente bonita. Esa idea tan generalizada de viajar sólo cuando hace
"buen tiempo" y las temperaturas son veraniegas o primaverales se me
antoja bastante desfasada. En estas zonas del norte de Europa en invierno hace
frío y para el que realmente le gusta viajar eso no es impedimento.
Pues
bien, recorriendo la capital -Tallin- me llevaron a un lugar llamado "Campo
de las Canciones". Al principio creí haber entendido mal. Más tarde, tras
preguntar, descubrí que efectivamente ése era el nombre de un impresionante
recinto urbano. Un lugar que tiene mucho que ver con esa afición tan arraigada
de los estonios de cantar juntos.
Reconozco
que tiene algo de mágico. Lo conocí totalmente nevado e imaginé a miles de
personas cantando a la vez, como una sola garganta. Un inmenso coro que no creo
tenga parangón. No llego a imaginar cómo debe ser vivirlo en persona.
Se
trata de una gran explanada con algo de pendiente, lo que permite a cada
participante una visibilidad casi total del entorno. Una especie de gran
anfiteatro natural que acaba en un escenario de gigantescas dimensiones. De
verdad, hay algo de especial. Aquí, por ejemplo, cada cinco años, en el mes de
julio se celebra un prestigioso festival de música. Mejor escenario imposible.
Es
también una importante referencia hiostórica para los estonios porque, según me dijeron, en este
incomparable marco se gestó la "revolución cantante", donde miles de
personas participaron en una peculiar manifestación acústica contra los
soviéticos.
Dicen
que el aforo supera las treinta mil personas. ¿Os imagináis a todos cantando a
la vez?
He
visto muchas cosas en este viaje y aprendido aún más. Una de ellas, este
curioso campo/parque. Otra, descubrir la
fuerza que tienen unas simples canciones tradicionales cuando brotan de unos
ciudadanos que piden libertad.
Después
de todo lo que te cuento, ¿a que me crees cuando te digo que hay un lugar que
se llama "Campo de las Canciones"?.
Tallin tiene, desde luego, muchas
otras vertientes. No quiero, por ello, acabar sin relataros las bellezas de esta
capital báltica. Pero lo deseo hacer de otra manera. Si una imagen vale más que
mil palabras, creo que la mejor forma de describírtela es "colgando" algunas fotografías de ella cubierta con ese
casi inmaculado manto blanco.
Sólo
deseo, si no la conoces, que algún día puedas recorrerla.
Es impresionante el campo de las canciones, si nevado es bonito, en verano, que es cuando lo vi yo, es precioso.
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