sábado, 6 de diciembre de 2025

Uno de los suelos más bonitos del mundo está en Malta

    Recorrer La Valeta (capital de Malta) es disfrutar, a través de su arquitectura y su urbanismo, de una ciudad sin igual.



    Su posición estratégica en medio del Mediterráneo, la orografía del terreno, las murallas, fuertes y baluartes que defienden su puerto o los palacios, templos y albergues evidencian que su rico pasado está presente en cada rincón.



    Mucho tiene que ver con ello la Orden de Malta (Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta) que, durante tantos siglos, tuvo presencia y gran protagonismo en este archipiélago.


                                                                                                               

    Diría que hay tres ejemplos arquitectónicos, de los muchos que podemos encontrar, que muestran el poder político-económico, militar y religioso de esta Orden.



    Me refiero al Palacio de Gran Maestre, a las fortificaciones y fosos que defienden la ciudad y a la famosa Concatedral de San Juan Bautista (www.stjohnscocathedral.com).

    Estos párrafos van dirigidos a este inigualable templo catedralicio, el mayor de La Valeta, y en especial, aunque parezca curioso, a su impresionante y asombroso suelo.



    Lo cierto es que, a primera vista, observando su sobria fachada y un exterior carente de adornos, nada invita a imaginar la riqueza decorativa y el esplendor artístico de su interior.




    Con independencia del altar central, de sus espectaculares capillas laterales, de la riqueza decorativa de su techo y de la profusión de innumerables obras de arte (entre las que destaca una de las obras maestras del gran pintor italiano Caravaggio como es “La decapitación de San Juan Bautista”), mi recomendación es mirar con detenimiento hacia abajo.




    Bajo nuestros pies descubriremos alrededor de cuatrocientas lápidas policromadas de mármol correspondientes a tumbas de antiguos Caballeros y Oficiales de la Orden de Malta.



    Espectaculares losas, perfectamente talladas en diferentes colores, van formando un precioso mosaico que lo cubre todo.




    Imposible que el viajero no se quede boquiabierto y algo incrédulo al apreciar la belleza que a ras de suelo se despliega.



    En estas lápidas veremos esculpidos, entre otras cosas, escudos de armas, epitafios, detalles o escritos sobre los orígenes del difunto, algún relato de su vida o símbolos heráldicos que delatan su linaje.



    Otras de ellas, por el contrario, nos recuerdan la transitoriedad y finitud de la vida con elementos decorativos tan explícitos como relojes de arenas, rejas, huesos, esqueletos o calaveras.



    Mención especial, entre las tumbas de todos estos Caballeros, aunque en este caso es un sarcófago dentro de la cripta del templo, merece la de quien fuera el fundador de la capital, le diera nombre y además Caballero de la Orden, con un papel decisivo, durante el gran asedio de 1565 cuando las tropas otomanas intentaron conquistar infructuosamente el archipiélago. Me refiero a Jean Parisot de La Valette.

    Obviamente, esta sucesión de lápidas (tanto en la nave principal como en las diferentes capillas laterales), recordando la vida de ilustres Caballeros Hospitalarios, es un verdadero y singular tesoro artístico.



    Normalmente, cuando pensamos en famosos suelos del mundo de templos católicos, rápidamente nos vienen a la memoria ejemplos tan representativos como la Catedral de Siena, la Iglesia de San Miguel Arcángel de Anacapri, la Basílica de San Vitale de Rávena o Santa María del Fiore de Florencia. 

    Sin duda alguna, el de la Concatedral de San Juan Bautista de La Valeta debe tener un puesto privilegiado entre ellos



    Finalizo indicando que estos párrafos se publicaron en la web del diario español LA RAZÓN el 25 de noviembre de 2025.






miércoles, 3 de diciembre de 2025

La Casa del Parlamento de Malta


    Normalmente, cuando se escribe sobre La Valeta, suelen mencionarse, entre otros lugares dignos de ser conocidos, el Palacio de Gran Maestre, la Concatedral de San Juan Bautista, el puerto y sus fortificaciones, los jardines superiores de Barrakka, la ceremonia de “Saluting Battery”, el fuerte de San Telmo, la puerta de la ciudad (desde la que se aprecian perfectamente el foso, las murallas y algunos de los bastiones que la defienden), la actual residencia del Primer Ministro de Malta (antiguo albergue de los Caballeros de la Orden de Castilla y Portugal) o la siempre transitada calle de la República (gran arteria urbana de esta capital).








    Sin embargo, hay un edificio que, en ocasiones, no se menciona tanto, pero que merece también nuestra atención.

    Me refiero a la Casa del Parlamento, un verdadero símbolo de arquitectura moderna que ha conseguido conjugar su diseño vanguardista con la tradicional estética de la ciudad vieja de La Valeta.



    Esta magnífica obra del conocido arquitecto italiano Renzo Piano utiliza piedra caliza autóctona para conseguir, a pesar de sus formas, dar una sensación de continuidad consiguiendo no ser especialmente transgresor con el resto de los edificios colindantes.



    Ubicada al principio de la calle de la República y construido entre los años 2011 al 2015, este impresionante proyecto arquitectónico (“Valleta City Gate”) engloba también la transformación de la gran puerta de entrada a la ciudad y una completa reconfiguración de esta zona.



   El conjunto del edificio está compuesto por una gran fachada fragmentada en dos grandes bloques independientes (uno, la sede del Parlamento y, el otro, dedicado a oficinas y diferentes despachos), conectados por un patio exterior central y unas pasarelas. Gracias a este patio, podemos desde la calle de la República tener vistas al bastión de St. James.  

    Como curiosidad, el revestimiento de esta fachada, con relieves en algunas partes, tiene una función importante al ayudar a modular la penetración de la luz solar y, en consecuencia, a disminuir el gasto energético. 

 


    Aunque, obviamente, por motivos de seguridad el acceso es limitado, en la planta baja hay una galería para exposiciones de libre acceso.

    Así pues, el viajero debe saber que al entrar en la ciudad vieja, tras cruzar el puente y atravesar la impresionante brecha de ocho metros de ancho en la pared de la muralla, descubrirá este asombroso edificio, mimetizado con el entorno urbano donde se encuentra, que es la Casa del Parlamento de Malta. 



        Finalizo este post indicando que estos párrafos se publicaron en la Revista Grada, edición de diciembre de 2025.










martes, 25 de noviembre de 2025

Malta tiene una las mayores armerías del mundo.


    En medio del Mediterráneo, situado en una posición estratégica única (y, por ello, deseado y anhelado a lo largo de la historia por numerosos ejércitos) descubrimos un precioso archipiélago compuesto por las islas de Malta, Gozo y Comino.



    Su estrecha relación con la Orden de Malta (“Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta) se convirtió en inseparable durante siglos. Por citar un ejemplo clarificador, su actual capital, La Valeta, fue construida por esta Orden militar católica, debiendo su nombre a Jean Parisol de la Valette, quien fuera su Gran Maestre.



    Conviene recordar, en este sentido, que el emperador español Carlos I, en el año 1530 y con autorización papal, cedió a la Orden estas tres islas. Un formidable enclave (con una ubicación inigualable entre Europa y África) cuyo privilegiado emplazamiento era esencial para defenderse del avance otomano por el Mediterráneo.



    Así pues, recorrer esta ciudad, declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1980, es constatar, tanto en edificios religiosos como civiles, el poder político, la riqueza y la fuerza militar que ostentó durante siglos la Orden de Malta.



    En su interior, en una gran sala perfectamente acondicionada, descubrimos uno de los símbolos del poderío militar de la Orden gracias a una de las mayores colecciones de armas antiguas del mundo con orígenes principalmente españoles, portugueses, italianos, franceses y alemanes.



    Un verdadero museo vivo donde, si se presta atención, se pueden apreciar sutiles detalles como filigranas en empuñaduras o grabados en corazas y armaduras que nos instruyen sobre las épocas en las que fueron utilizadas.



    Además de la procedencia de los grandes reinos católicos, otra de las causas del gran volumen de piezas era que, cuando fallecía uno de estos caballeros, la Orden heredaba sus armas. Razón por la cual la colección es difícilmente igualable.



    A pesar de que solo una parte se encuentra expuesta, hubo diferentes contingencias históricas que la minoraron. Es el caso de los miles de piezas que se llevó Napoleón cuando invadió la isla o los daños sufridos durante los bombardeos de la segunda guerra mundial.



    Lo cierto es que, aun así, no deja de sorprender la profusión de armas (centradas entre los siglos XVI al XVIII), expuestas y perfectamente conservadas.



    En esta labor de restauración, archivo y almacenamiento tuvieron mucho que ver, a mediados del siglo XIX bajo dominio británico, los meticulosos trabajos de catalogación y clasificación que transformaron la armería en el primer museo público de Malta que fue abierto al público en 1860.



    No obstante, conviene recordar que a mediados de ese siglo sobrevoló la idea de trasladar la colección a Londres argumentando motivos de seguridad.



    Su actual ubicación en el centro de la ciudad fue debida a que en 1604 se tomó la decisión de llevar este gran arsenal al Palacio del Gran Maestre. Seguramente, por razones históricas y logísticas, era el mejor de los emplazamientos.



    Aunque, como comenté anteriormente, a lo largo de los siglos muchas de estas piezas salieron por distintos motivos de la isla, lo cierto es que la riqueza, el esplendor, la variedad y el tamaño de la colección la hace única.



    Ballestas, espadas, floretes, estoques, cascos, escudos, corazas, cotas de malla, mosquetes, puñales, alabardas, lanzas, piezas de artillería, diferentes municiones, trajes de soldados regulares, arcabuces de mecha, armaduras (entre ellas, joyas históricas y artísticas como las de algunos grandes Maestres o caballeros de muy alto rango), incluso uniformes y armas de algunos soldados otomanos que participaron en el gran asedio de 1565, son ejemplos de piezas exhibidas en este museo de armas de guerra.





    En definitiva, una armería que es un testimonio tangible y visible de la historia tanto de la Orden como del pasado de este pequeño país, además de un atrayente reclamo turístico en La Valeta.



    Y es que, en el interior del palacio se respira su denso pasado en unos muros que hablan también de la tumultuosa historia, a la vez que rica, de estas tierras insulares.



    Una experiencia inmersiva en unos tiempos en los que durante siglos la Orden de Malta tuvo un gran protagonismo en esta parte del mundo y un poder económico, militar y político indiscutible. Un verdadero tesoro de historia y un libro abierto sobre la vida militar de siglos anteriores.



    Como curiosidad digna de ser resaltada y muestra clara de su importancia, en el año 1969 la UNESCO envió unos expertos con el fin de confeccionar un inventario detallado. En su informe, tras un arduo y exhaustivo trabajo, concluyeron que esta colección era uno de los "monumentos históricos más valiosos de la cultura europea".


    

        Recuerden pues, si viajan a Malta, que este gran palacio y su armería son visitas inexcusables en La Valeta

   


    Finalizo este post indicando que estos párrafos se publicaron en la web del diario español LA RAZÓN el 10 de noviembre de 2025.