Quiero compartir con todos los lectores de este blog una de mis experiencias gastronómicas más enriquecedoras de mis últimos viajes.
Gira alrededor de un curioso producto que no conocía, elaborado en una de las islas más bonitas del Mediterráneo que, a la vez, es la más oriental de las islas españolas. Menorca, la isla donde primero sale y se pone el sol de España.
Estaba visitando una granja típica menorquina (Son Mercer de Baix) para conocer el proceso de elaboración artesanal de este famoso queso autóctono, con Denominación de Origen Protegida, llamado Mahón-Menorca, uno de los más vendidos y afamados de nuestro país.
Cuando acababa la cata de este famoso lácteo, descubro una serie de embutidos que se encontraban en un lateral de una de las estancias. Pensé rápidamente que era la típica sobrasada (tan popular en este archipiélago), pero, entre todos ellos, estaban unos de color más claro, muy parecido a un chorizo blanco o a un salchichón.
Tras interesarme, me dijeron que era car-i-xulla o carn-i-xua. Naturalmente, la probé y quedé, de verdad, entusiasmando con su sabor y textura.
Se trata de uno de los embutidos emblemáticos, y más antiguos, de Menorca. Afirman que su origen se remonta a épocas en que el imperio romano dominaba esta isla.
Elaborado a base de carne magra cruda
de cerdo y tocino triturados (con el aderezo de sal, pimienta negra y especias)
e introducidos en una tripa de cerdo para curarse durante un tiempo, logra un
sabor muy característico que, en algunos detalles, recuerda mucho a un
salchichón o a un fuet.
Su nombre es todo un titular
sobre cuáles son sus ingredientes. Carn-i-xulla, que traducido al castellano significa
carne y tocino.
Su singularidad, y ser un símbolo
culinario de estas tierras, hace que se esté estudiando la posibilidad de
otorgarle una Indicación Geográfica Protegida. Los trabajos en este sentido, me
aseguran, ya han comenzado.
Desde luego, ha sido uno de los
grandes descubrimientos gastronómicos de
mi reciente viaje a este paradisiaco destino balear y una compra segura para
regalar a familia y amigos. Por cierto, las envasan perfectamente al vacío para
seguridad del viajero en la maleta.
Conocía productos y elaboraciones típicas menorquinas como la caldereta de langosta, el queso Mahón-Menorca, el calamar relleno o la clásica oliaigua. En cambio, nada sabía de la carn-i-xulla, por lo que la grata sorpresa con este embutido fue mayor.
Conviene recalcar que este año
2022 Menorca ha sido declarada Región Europea de la Gastronomía por el
Instituto Internacional de la Gastronomía, la Cultura, las Artes y el Turismo
(IGCAT). Se dedicarán decenas de actividades durante este año relacionadas
con este reconocimiento, convirtiéndose en un reclamo culinario de primer
nivel.
Finalizo estos párrafos, además de recomendando visitar esta isla balear, recordando la variedad y multitud de posibilidades gastronómicas de primer nivel que el viajero encontrará. Menorca es mucho más que sol, calas y playas.
Como una imagen vale más que mil palabras ¡Qué mejor que colgar esta fotografía con algunos de los productos isleños!. Todo, de primera calidad.
Brindo, pues, con un buen vino de la tierra, junto a un pan casero preparado en horno de leña, una carn-i-xulla, buen queso artesano D.O.P. Mahón-Menorca y una sobrasada elaborada en la casa de los payeses donde me encontraba y que tan amablemente me atendieron.
Menorca les espera con los brazos abiertos.
Recordar que este reportaje se publicó en la edición número 13 de la Revista atril de la Academia Extremeña de Gastronomía.
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