jueves, 8 de noviembre de 2018

Hotel Nord-Pinus de Arles, cuando la leyenda te precede


    ¿Qué pueden tener en común personajes tan dispares como Picasso, Maria Callas, Churchill, Luis Miguel Dominguín, Jean Cocteau, Christian Lacroix o Yves Montant, por citar algunos ejemplos significativos?. En principio, parece que poco. Cada uno dedicó su vida a una faceta muy diferente (la pintura, los toros, las letras, la música, la política, la moda…). 
    Sin embargo, forman parte de ese selecto club de personas conocidas a nivel internacional que eligieron un alojamiento tan singular para pernoctar.

       
    Estamos en la ciudad de Arles, en su centro histórico, en la plaza del Forum. Esta urbe, bañada por el Ródano, fue una de las primeras colonias fundadas por el imperio romano fuera de la península itálica. 



    Los restos pétreos de ese insigne legado son perfectamente visibles por el casco antiguo sobresaliendo, entre todos, su gran anfiteatro. Un majestuoso escenario que acoge multitud de eventos: teatro, conciertos, representaciones, recitales, …, incluso corridas de toros.


    No quiero dejar pasar por alto que en 1888 Vincent Van Gogh, que vivió más de un año en esta localidad, pintó su famoso cuadro “Les Arénes de d´Arles” donde se ve al público asistiendo a un espectáculo taurino en este monumental coso.


    Así pues, nos encontramos en una ciudad con densa y dilatada historia (declarados muchos de sus monumentos Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1981 por la U.N.E.S.C.O.).


     Presume, con razón, de ofrecer al visitante una variada agenda cultural. 
  Su poder de atracción para el viajero es innegable. Aquí se encuentra también, los amantes de la tauromaquia lo saben de sobra, una de las ferias taurinas más importantes y reconocidas de Francia.


     Todos estos datos quizás nos ayuden a entender qué supone Nord-Pinus en Arles. Fue, es y será una referencia hotelera en varios aspectos. 




    El currículo de muchos de sus huéspedes, el aire vintage que rezuma su mobiliario, la galería de fotos que habla de décadas pasadas, las explicaciones y anécdotas que pueden contarnos algunos de sus trabajadores, esa atmósfera a tauromaquia que recorre todas sus plantas (con una sublime colección de carteles taurinos –algunos con más de un siglo de antigüedad-), la decoración “Art Déco” o el propio edificio que tiene en su fachada dos grandes columnas del antiguo foro romano... Nord-Pinus no es sólo un alojamiento para pernoctar.


      
En fin, recuerdos y evocaciones a cada paso –que no dejan indiferente al huésped- que hablan de una gloria y un esplendor que aún iluminan sus estancias
    En este hotel se oyó cantar flamenco, hablar de toros, opinar sobre pintura, recitar versos, debatir sobre nuevas tendencias literarias, discutir de política, oír consejos de maestros de la moda internacional o conversar sobre cine y pintura. Y lo más importante, ¡quiénes eran los protagonistas de esas conversaciones!.
    Con esta presentación, ¿cómo no elegir Nord-Pinus si viajamos hasta Arles?. 
    Creo que es una recomendación acertada para quien busque algo más que un lugar donde pasar la noche. Aquí sí que las paredes parecen hablar. Pero no sólo las paredes. También el mobiliario, los cuadros, la decoración, las fotografías y el peculiar ambiente que todo ese conjunto de circunstancias crea. 
    ¡Quién no se dejaría seducir ante tan irresistibles encantos!. Es, desde luego, toda una experiencia.


    Esta antigua mansión trasformada en hotel con encanto, repleta de antigüedades, atesora todos los argumentos para ser nuestro campo base si recorremos estas tierras. 


    Los detalles cuentan, y mucho. Un simple radiador, una vidriera, una galería repleta de fotografías, un traje de luces en un rincón del bar, multitud de recuerdos repartidos por todo el hotel, un espejo, unas escaleras, un cartel, una mesa, unas alfombras o el restaurante evocan un tiempo donde la palabra “glamour” tenía mucho que ver con Nord-Pinus.


    No es, desde luego, un hotel cualquiera. Ni creo que desee serlo. Hay cierta magia y se aprecia en su decidida filosofía de vida que apuesta por mimar su inigualable pasado. La historia siempre presente. 
    De pocas habitaciones, cada una diferente, con una decoración distinta y con una personalidad definida, nos adentramos en un icono de Arles y de la Provenza.
    François Hébel afirmó, refiriéndose a este hotel, lo siguiente: Esto debe llamarse gusto y confort, simplemente sublime”.



    Ante estas palabras, ¡Qué más puedo escribir!.
    Indicar, finalmente, que este reportaje se publicó en la web del diario LA RAZÓN el 24 de octubre de 2018.





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