Quizás no me creas cuando lo leas,
pero hazme caso. Por 38 euros puedes disfrutar uno de los más completos
menús degustación que puedas imaginar.
Te lo escribo:
1.-
Plato de jamón ibérico de bellota acompañado de tostas de pan.
2.- Carpaccio de retinto con virutas de foie.
3.- Ensalada de perdiz.
4.- Boletus salteado con jamón y torta de la Serena presentado con crujiente de torta.
5.- Bacalao gratinado al alioli.
6.- Pluma de cerdo ibérico con higos y guarnición de pisto.
7.- Pastel de leche con frambuesa y crema de kiwi con chocolate.
2.- Carpaccio de retinto con virutas de foie.
3.- Ensalada de perdiz.
4.- Boletus salteado con jamón y torta de la Serena presentado con crujiente de torta.
5.- Bacalao gratinado al alioli.
6.- Pluma de cerdo ibérico con higos y guarnición de pisto.
7.- Pastel de leche con frambuesa y crema de kiwi con chocolate.
Javier García Guerra, chef y
copropietario del restaurante Lugaris de Badajoz, nos presenta un menú
degustación fiel a su filosofía gastronómica, a su manera de entender este
atractivo mundo de los fogones.
Una cocina que trata de realzar y mostrar a sus comensales la calidad y
variedad de los productos extremeños. Un buen plato de jamón, la utilización de
la ternera de retinto, jugar con la
infinidad de matices de los extraordinarios quesos autóctonos y revelar alguna
de las múltiples posibilidades de
cocinar el cerdo ibérico son ejemplos de esa apuesta por lo propio, por la
excelencia de lo cercano.
En definitiva, por la tierra de cada uno. En este
caso, la extremeña.
Nada más leer el menú se aprecia
una estudiada variedad en la selección de los productos: ternera, cerdo,
pescado, productos de la tierra y caza. Se puede decir que cubre todas las
posibilidades.
Siempre es de agradecer que un cocinero “toque todos los palos”,
y más si lo hace con maestría. Porque tradición no está reñida con modernidad,
porque lo novedoso y lo clásico pueden ir de la mano, porque la buena
gastronomía no diferencia entre lo de antes y lo de ahora.
Podría describirte el soberbio
lomo de bacalao que degusté, hablarte del impecable aliño de la ensalada de
perdiz con ese agradable toque en boca de los piñones, narrarte el formidable
jamón de bellota que nos puso como inigualable entrada o escribir de esa
delicia gastronómica, no muy reconocida en otros ámbitos, que es una buena
pluma de cerdo ibérico.
No pretendo hoy diseccionar cada elaboración.
Simplemente te cuento que es cocina de altos vuelos y, si vienes por estas
tierras y eres de los que disfrutas con el buen comer y el buen beber, aquí
tienes un pequeño/gran santuario.
Reconozco que juego sobre seguro
cuando lo recomiendo. Es una especie de órdago a la grande llevando las mejores cartas. Sé que acierto
en el consejo.
He comido entre estas paredes en varias ocasiones y siempre
cumplió las expectativas. No me confundo, pues, al proponerte este
restaurante.
En Lugaris, además, se dominan
los tiempos. Tanto en cocina como en
mesa. Presentar una carne o un pescado en su punto y guardar la
razonable distancia temporal entre plato
y plato no es un dato frívolo en temas culinarios.
Todo ello unido a apunte nada
superfluo: son platos generosos. Como leí en un reportaje refiriéndose a este
restaurante: “No es de los sitios de
plato grande y poca comida”.
La cocina es un todo homogéneo
donde confluyen infinidad de circunstancias. El entorno es también importante.
Hay que sentirse cómodo con lo que se come, con quién se come y dónde se come.
Adelento que Lugaris es muy acogedor. El predominio de las tonalidades lilas, que parece ser uno de los leitmotiv de su decoración, unido al blanco
de las paredes, consiguen una atractiva sensación de calidez.
Esa decidida apuesta por lo
propio, por esa cultura gastronómica extremeña, a veces desconocida o
estereotipada en determinados productos, tiene su particular culmen en la
celebración de su semana gastronómica de la Matanza.
No os miento, en el
restaurante Lugaris, durante esos días,
puedes degustar un “menú
extremeño 100%”. Como aperitivo, una selección de ibéricos con aceitunas
machadas. De primero, migas del pastor con brocheta de melón y sorbete de anís.
De segundo, prueba de ibérico con patatas al pimentón y muselina de ajo. Como
tercero, garbanzos de matanza con su presa y picadillo. El cuarto, intentando
hacer hueco, consiste en pluma de ibérico a la plancha. Y para acabar, unos
repápalos extremeños con salsa de natillas.
Lugaris es la muestra de que el
cariño y mimo a los productos tradicionales de la tierra no está reñido con
presentaciones actualizadas, con toques vanguardistas, con la audacia y
atrevimiento de un chef ante el que quitarse el sombrero.
No quiero, por último, olvidarme
de Ángel Pereita, jefe de sala y responsable tanto del impecable servicio como
de la variada carta de vinos. No es mala idea dejarse aconsejar por sus
contrastados conocimientos a la hora de elegir un buen caldo.
Web: www.restaurantelugaris.es
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