miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sueños navideños estonios


              
    Cuando buscamos información sobre Estonia, sobre sus paisajes, sobre sus bosques o sobre sus ciudades en cualquier medio de comunicación nos aparecerán, casi con seguridad, idílicas imágenes primaverales donde el reluciente verde de estas tierras se entremezcla con el intenso azul del mar Báltico y con un cielo libre de nubes. Ciertamente, así es Estonia.



   Pero hay también otra Estonia. La blanca, la fría, la invernal, la navideña. Es la que tuve la suerte de conocer y disfrutar. La que te permite apreciar las miles de facetas de un bosque nevado, la que te enseña las distintas tonalidades de un cielo blanco, la de chimeneas encendidas al entrar en casa, la que te invita a  “pasear” en trineo, la de los lagos helados, la de osos hibernando, la de una relajante sauna en medio de un paisaje blanco, la del vino caliente, la de los cuentos tradicionales, la del esquí de fondo, la de los árboles de Navidad, las de las Navidades que imaginábamos de pequeños, la de los mercadillos artesanales en sus plazas, la de muñecos de nieve y la de las galletas caseras. 





    En definitiva, la de abrigo, gorro, bufanda y guantes. No la cambio. Me gusta esta Estonia. 
    Es el decorado ideal para estas fechas.


            
    Estoy, en estos momentos, mientras escribo estas líneas, volando de regreso desde Tallin, su capital, a Madrid. 
    He dormido un poco en el trayecto y, mientras cerraba los ojos, nacía un placentero y corto sueño en el que recordaba imágenes de los lugares recientemente visitados. Una especie de sonrisa interior me invadía




            
    Recordé la pequeña aldea de Altja, recordé la escapada al Parque Natural de Lahemaa (con una extensión superior a los 700 kilómetros cuadrados, en su momento fue el primer Parque Nacional de la extinta Unión Soviética), recordé mi paseo por la ciudad alta de Tallin (declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO), recordé el recorrido subterráneo bajo las murallas de la ciudad medieval, recordé la cena en Olde Hansa, recordé mi carrera por un playa nevada junto al Báltico, recordé mi caminata por el “Campo de las Canciones” imaginándomelo repleto de miles personas cantando al unísono, recordé la noche pasada en el hotel Vihula Manor (una antigua explotación agrícola reconvertida en uno de los alojamientos referencia de Estonia), recordé estar en el interior del submarino Lembit, recordé a las parejas fotografiándose junto al monumento a Rusalka … y así otras tantas agradables imágenes y sensaciones acaecidas en estos cuatro días. 
    En definitiva, un sueño hecho realidadAsí lo pienso y así lo escribo.
 


           
 
    ¡Qué más os puedo decir!. Simplemente que volvería. Las gélidas temperaturas no pueden con el calor de estas gentes, con la amabilidad con la que nos trataron y con la cantidad de cosas que aprendí.

    ¿Sabías, por ejemplo, que la tradición de embellecer un árbol en tiempos navideños, al parecer, proviene de este país?. No te miento. 
    Dicen que esta tradición data de 1441. Según cuenta la leyenda un rico comerciante, algo alegre por el efecto del licor mientras celebraba estas fiestas navideñas, invitó a un grupo jóvenes a bailar alrededor de un árbol al que posteriormente prendieron fuego. A partir de entonces comenzó una tradición de embellecer un abeto que llega hasta nuestros días. 

     En este sentido, te aconsejo la lectura de un extraordinario post, de mi amigo y gran viajero Fernando Pastrano, donde nos ilustra sabiamente sobre ello: (http://www.abc.es/blogs/orientaciones/public/post/el-arbol-de-navidad-mas-antiguo-14656.asp).

    Por eso, quiero aconsejarte, si viajas en Navidad, que te acerques al corazón de la Ciudad Vieja de Tallin, a la Plaza de la Libertad y, entre otros muchos lugares, a su Plaza del Ayuntamiento. 

    Alrededor de un gran abeto iluminado, que parece custodiar y vigilar a cuantos vecinos y foráneos se acercan a este emblemático recinto urbano estonio, decenas de tiendas artesanales ofrecen su productos mientras la nieve parece pintar con su presencia este bucólico cuadro en Navidad 

 

             
    Te dejo algunas fotos de esa Estonia blanca que espero, algún día, volver a disfrutar. Una imagen vale más que miles de palabras. ¿Es posible que tras verlas no sientas deseos de conocer este país?. 

    Hazme caso. “Estonia, también en invierno".









Datos útiles:
Web: www.visitestonia.com
Oficina de turismo de Estonia en España: 91 562 55 22
Moneda: Euro

 







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