El día 1 de abril es importante en el corazón de los chipriotas. Celebran el comienzo, en el año 1955, de la guerra de independencia de este pueblo contra los británicos.
Las ciudades se engalanan con banderas y flores honrándose, mediante diferentes actos (religiosos, militares, civiles, etc.), la memoria de aquellas personas que murieron en la contienda.
Tuve la suerte de estar ese emblemático día en tierras chipriotas y ver algunas de las celebraciones conmemorativas.
Concretamente, la misa ortodoxa en la la iglesia de San Lázaro de Lárnaca, donde posteriormente los fieles, en el exterior del templo, trocean y comen pan repartiendo bandejas con frutos secos y otros alimentos en una ceremonia cargada de de solemnidad, emotividad y recuerdos.
El acto religioso es muy emotivo y solidario. Impresiona, la verdad, al viajero. Cientos de personas recordando un pasado, para ellos importante y no tan lejano.
No debemos olvidar, además, que la isla está dividida en dos (comunmente llamadas grecochipriotas y turcochipriota). Algo que, lógicamente, entristece el corazón de los chipriotas.
Jóvenes, mayores, mujeres, hombres, militares, sociedad civil y autoridades se unen, salvando sus diferencias en esos momentos, en recuerdo de sus mártires de la guerra.
Aunque me explicaron un poco los detalles del acto religioso, naturalmente desconozco la mayoría de ellos. Os pongo algunas fotografías para que os hagáis una idea de lo que significa ese día para Chipre.
Se dice que no se puede tener todo en la vida. Quizás a Chipre le pase eso. Su posición estratégica le trajo crecimiento y desarrollo, pero también enfrentamientos y desencuentros durante siglos.
La isla es indiscutiblemente bella y tremendamnete hospitalaria con el foráneo. Un gran crisol, ahora y a lo largo de los siglos, de culturas de lo más dispar.
Todo ello ha marcado su personalidad originando que numerosas civilizaciones a lo largo de la historia la hayan deseado, la hayan asediado, la hayan tomado, la hayan amado y la hayan odiado.
Un territorio, en definitiva, con un bagaje histórico tan denso que es difícil de entender a primera vista pero cuya indiscutible belleza atrae a cuantos hasta a ella se acercan.
Mi consejo es que la recorran por su cuenta, que alquilen un coche, compren un mapa y disfruten de tanto y tan variado. Playas, historia, restos arqueológicos, nieve (y escribo bien), Mediterráneo, Nicosia, gastronomía, etc.
Por cierto, aquí se elabora, según me comentaron, el vino más antiguo del mundo con nombre propio: el Comandaría, un vino dulce que es imperdonable no degustar.
En Radio Viajar (www.radioviajar.com) se pueden oír los sonidos de esta celebración.
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