miércoles, 20 de abril de 2011

Dubai, mucho hecho y mucho por hacer



    Es difícil, por no decir imposible, expresar la multitud de sensaciones, a veces contradictorias, que se agolpan en el viajero cuando conoce Dubai, uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes Unidos, y, posiblemente, el más “occidentalizado” de todos.




    Las impresiones son tan diversas que van desde el lógico asombro ante la magnificencia de lo construido y el corto espacio de tiempo en que se han levantado estos inmensos rascacielos, a la sorpresa de ver tantas grúas por la calle o a la inagotable variedad de hoteles de lujo que se ofertan al visitante. Esa diversidad se aprecia también en la población que aquí reside. Tremendamente cosmopolita, conviven ciudadanos de casi todas las nacionalidades.





            
    Las grandes construcciones y el hecho de convertirse, a la vez, en lugar de encuentro de turistas, reclamo vacacional, centro financiero y contar con uno de los aeropuertos internacionales de mayor movimiento hacen que Dubai sea un increíble calidoscopio cultural. Pakistaníes, tailandeses, hindúes, chinos, sudamericanos, indonesios, europeos, árabes, norteamericanos, africanos, etc., por diferentes razones, han puesto sus ojos en esta ciudad.



           
    Y es que Dubai quiere ser grande en todo y, a ser posible, la primera. Tiene la torre más alta del mundo (Burj Dubai), el único hotel “siete estrellas” del planeta (Burj Al Arab), la mayor concentración de grúas, etc., etc.
   Ese proyecto constructivo, que a veces confunde lo terminado y lo planificado, queda patente en los mapas que nos proporcionan de la ciudad, donde ya figuran como concluidas algunas obras aún por acabar o simplemente por empezar.
    En todo caso, en Dubai se apuesta por lo grande y a lo grande. Y para muestra estos botones: un conjunto de islas en medio del mar en forma de palmera que son ahora un inmenso centro vacacional (Palm Jumeirah); el mapamundi “dibujado” con islotes artificiales frente a la costa, cuya finalización está próxima; el proyecto de realizar Dubailand (el mayor parque temático del mundo) o la, no menos ambiciosa, propuesta de la ciudad del deporte.





   Ciertamente, la crisis económica ha ralentizado, y en algunos casos parado, muchos de estos propósitos urbanísticos, pero, aun así, con ver lo hecho y lo que se está haciendo, es suficiente para quedarse boquiabierto.
    Ahora bien, junto a ese Dubai moderno que no parece conocer límites, salido en forma de hormigón y cristal -como por arte de magia- de las arenas del desierto, aún perviven, afortunadamente, los vestigios de su pasado, de ese pueblo de pescadores que, posteriormente, antes de la aparición del petróleo, tenia su particular oro negro en las perlas.
    Por esta razón, es muy recomendable pasearse por el mercado del oro, por el mercado de las especias y coger un barco típico (abras) para apreciar esa particular dicotomía entre lo moderno y lo antiguo en medio del canal que fracciona la ciudad en dos.






            
    Siempre es bueno, en la medida de lo posible, conocer cómo viven muchos de sus habitantes, fuera de ese singular y exclusivo paraíso de coches de lujo, tiendas de diseño, yates de escándalo o restaurantes únicos. Visitar el museo de Dubai es la más aleccionadora forma de enterarnos en poco tiempo de la historia de este territorio.





    Quien les escribe tuvo la suerte, durante el viaje, de asistir al la feria de turismo de Dubai (Arabian Travel Market). Toda una experiencia y un aprendizaje donde conocí a multitud de profesionales relacionados con el mundo el turismo de todo el mundo.







    Una cosa no debemos olvidar: estamos en la península arábiga y gran parte de su territorio es desierto. Por ello, resulta casi obligado hacer una excursión por este mar de arena, disfrutar en un cuatro por cuatro subiendo y bajando por las dunas, cenar a la luz de la luna o montar en camello. No menos recomendable, para los amantes del submarinismo, es disfrutar de las riquezas subacuáticas del mar.






    Dubai, como he comentado, no deja indiferente a nadie. Para unos pretencioso, para otros original. Hay quienes lo definen como megalómano y quienes se quedan más con su vertiente tradicional. En todo caso, es uno de esos viajes que hay que hacer, que no vale con que te lo cuenten.







Datos útiles:
¿Dónde dormir?: Hotel Kempinski.(www.kempinski-dubai.com)




Prefijo telefónico: 971
Compras: Dubai es un paraíso para las compras. Debido a los bajos impuestos muchos productos son más económicos. Entre otros, objetos de oro (pendientes, pulseras, broches, …), especias, ropa de diseño, relojes, aparatos eléctricos, ordenadores, etc.
Moneda: Dirham.



    He escrito en diferentes periódicos de este emirato y he hablado en varias cadenas de radio sobre este apasionante destino. Os dejo, para que tengáis una idea, el reportaje que se publicó el 30 de agosto de 2009 en el diario "El Nuevo Día" de Puerto Rico, en su sección "De Viaje"






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