He seguido, desde hace años, la
trayectoria de Miguel Laffan. Un gran cocinero portugués que cuenta en
su curriculum con el mérito ser el chef que consiguió la primera estrella
Michelin en el Alentejo.
Reconocimiento que, a mi
entender, tuvo un plus adicional al obtenerla en una de las regiones más
“olvidadas” en las guías de alta gastronomía, a pesar de su inmenso bagaje
culinario y la impresionante variedad de su recetario.
Lograr que el foco de atención de
esos “inspectores anónimos” se dirigiera a un restaurante de una localidad
alentejana fue, desde luego, un mérito sólo a la altura de quien ofrece algo
diferente capaz de unir, junto a un producto de primera, técnica, pasión,
innovación, vanguardia, originalidad y mucha ilusión.
Cualidades que, sin duda, sigue atesorando y a las que debe sumarse otra: más experiencia.
La pregunta es fácil. ¿Si
antes lo pudo conseguir, por qué ahora no?
Ése es el objetivo con el que este restaurante, bautizado como Intemporal (www.intemporalrestaurante.pt), abre sus puertas: ofrecer una experiencia gastronómica única, conseguir la felicidad de comensal, ser referente en esta parte de Portugal y, si se continúa con este magnífico trabajo, entrar en ese deseado libro rojo de la más famosa guía de la gastronomía mundial.
Situado junto al mar en Paços de
Arcos (muy cerca de Lisboa), es el escenario perfecto donde Miguel da
rienda suelta a su libertad creativa y a un modo muy personal de entender la
cocina.
Como curiosidad, está ubicado en
el interior de un pequeño edificio (antigua “Casa do Fiscal”) fácilmente
identificable por las tonalidades anaranjadas de los azulejos que lo revisten.
Su apuesta por una experiencia
nueva y refinada, a través de su menú degustación “Primavera” (que
irá cambiando según las estaciones del año) sobrepasa las altas expectativas
que, quien les escribe, tenía puestas. Una visita ineludible para
quienes disfrutan de la “alta cocina”
Doce momentos, doce pasos, que
van sucediéndose, como eslabones de una cadena, a la perfección.
Una docena de secuencias,
distribuidas en cinco apartados (“prelúdio”, “passagem”, “permanência”,
“demora” y “eternidade”) donde Miguel y su equipo despliegan todo su saber.
Como broche final, unos "petit fours" (acompañando al té o al café)
que dejarán un más que dulce recuerdo.
Producto de altísima calidad
perfectamente tratado, cuidado de los tiempos entre plato y plato, bonitos
emplatados, excelente armonización con diferentes vinos y, sobre todo, mucho
sabor. Miguel Laffan en estado puro.
Imposible no de mencionar, entre
otros, la “sopa da praia vela”, el "bolinho a vapor” o el magnífico
“cordeiro com legumes primavera”.
Auténticos regalos al paladar a los que hay que sumar, para los más golosos, dos postres focalizados en los “morangos” y en la jugosa “ananás dos Açores”.
Todo ello, en un
escenario gastronómico cuyas pequeñas dimensiones no son obstáculo para la
comodidad del comensal. Al contrario, consigue darle un halo de exclusividad.
El edificio consta de dos
plantas. En la baja, encontraremos la cocina (a la vista en su totalidad) y una
pequeña barra para atender a un máximo de cuatro comensales.
En el primer piso, descubriremos
el comedor, donde destaca el gran ventanal con vistas al océano Atlántico que
da luminosidad a todo el espacio, además de regalar unas vistas impresionantes.
Tengo la sensación que Intemporal
es el sueño hecho realidad de Miguel.
Los cimientos de este gran proyecto están puestos. La valía de este joven y motivado equipo, tanto en sala como en cocinas, es indiscutible.
Sólo falta la guinda final en
forma de estrella, porque, como dijo Eleanor Roosevelt, “el futuro
pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”.
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