miércoles, 4 de mayo de 2011

Cracovia, paseo por la historia polaca

 


          
    Tras la reciente beatificación, el pasado fin de semana en Roma, del difunto Papa Juan Pablo II, parece casi obligado hablar hoy de alguna ciudad polaca. Creo que hay dos que tienen mucho que ver en su vida: Cracovia y Wadowice, su ciudad natal. Hoy escribiré sobre la primera, dejando la segunda para más adelante.    
  


       
    Cracovia, situada al sur de Polonia, es sinónimo del pasado de este país. Puede decirse que es la capital histórica y fue sede de su monarquía.





    Quien la visita no queda defraudado. Es más, no creo pudiera pensar, antes de conocerla, que fuera tan hermosa. Será, literalmente, un agradable descubrimiento. 
    Multitud de iglesias (superan la centena) a cual más bonita, calles medievales, fortificaciones, cúpulas de colores, torres únicas,  plazas increíbles, buen ambiente y una universidad reconocida internacionalmente son sólo algunos de sus argumentos para ser conocidos.


            

    
    Impresiona ver desde lejos la colina de Wawel, donde se encuentra la catedral y el castillo Real (residencia, en su tiempo, de la monarquía polaca). Desde esta colina se pueden conseguir algunas de las mejores fotografías que nos brinda la ciudad, si el tiempo lo permite. Podemos tener, igualmente, una preciosa panorámica del río Vístula.







    La imagen más conocida de esta localidad es, sin lugar a dudas, su plaza mayor,  una de las de mayores dimensiones de Europa. Nos quedaremos ensimismados con tanta belleza. 
  La basílica de Nuestra Señora, el mercado de los Paños, la torre del Ayuntamiento, la iglesia de San Adalberto, las casa burguesas, etc. esperan nuestra visita. 
    Una curiosa tradición advertirán nuestros oídos cuando paseamos cerca de esta plaza. Todos los días, a todas las horas “en punto”, durante todo el año, un trompetista uniformado, desde lo alto de una de las torres de la iglesia de Nuestra Señora interpreta una melodía cuya acústica se extiende más allá de la plaza. Una centenaria costumbre que no desvelo para que el lector pueda descubrirla cuando conozca Cracovia.




           
    La ciudad, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en la primera lista que realizó la UNESCO en 1978, es imposible  de resumir en unos pocos renglones.  Entre otras muchas cosas, podemos conocer la Plaza Wolnica, la iglesia del Corpus Christi, la iglesia de San Pedro y San Pablo, la plaza de los dominicos, la peatonal y comercial calle Florianska, la iglesia de la Santa Cruz, la Barbacana, el patio del colegio Maius de la Universidad (donde estudió Copérnico), etc., etc.



            
    Como anécdota, se ofertan muchos recorridos por la ciudad en lo que podríamos llamar la “Ruta de Juan Pablo II”. Veremos dónde vivía cuando era sacerdote y estudiaba en esta universidad, la ventana desde la que se asomaba en el palacio arzobispal, la iglesia donde acostumbraba a ir para rezar, etc.  Una ruta que se complementa también con visitas al pueblo que le vio nacer: Wadowice.
    No puedo pasar por alto el barrio judío, con la famosa sinagoga de Remuth y el cementerio judío, uno de los más viejos de Polonia.
    Es importante recordar, para que esta historia jamás se repita, que las tropas alemanas, durante la ocupación del país en la segunda guerra mundial, aniquilaron, torturaron y exterminaron a multitud de polacos (tanto judíos como de otras religiones).
  Cracovia es también una ciudad animada con multitud de bares y restaurantes; tiene buenas comunicaciones y un ambiente muy agradable. Es segura para el turista y, a pesar de tener algo más de 750.000 habitantes, el trayecto por su casco histórico no es muy cansado. 
    Ciertamente hay en determinadas épocas de año muchos turistas, pero en ningún momento resulta agobiante.





    Por cierto, antes de acabar, no quiero olvidarme de su rica gastronomía. Sus embutidos, quesos y platos típicos harán las delicias de quien los pruebe. Tengo cierta predilección, no lo escondo, por sus quesos ahumados


    
        
    A pocos kilómetros de Cracovia se encuentran las minas de sal de Wieliczka. Declaradas en 1978 Patrimonio de la Humanidad  por la UNESCO, conocerlas es casi, de no tener claustrofobia, obligatorio. 
    Más de un millón de personas se acercan cada año para recorrer sus entrañas. Una auténtica maravilla sin igual en el mundo.



 
    
    

1 comentario:

  1. Hola Juan Antonio me encantan tus intervenciones en Gestiona Radio. Sobre todo porque das una visión de viajero y descubres rincones que nadie ve.


    Ana Gozález.

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