lunes, 30 de mayo de 2011

Cesarea, deseada y asediada.

Esta pequeña ciudad, situada en el Mediterráneo Oriental, casi en el punto medio entre las ciudades de Haifa (en su norte) y Tel Aviv (en su parte sur) fue, durante años, una importante urbe romana y un destacado asentamiento de los cruzados.
Aunque resulta difícil y complicado determinar cuál de las muchas construcciones existentes es la más llamativa, parece que sobresale entre ellas el antiguo puerto construido por Herodes.











Para hacernos una idea de todo lo relativo a este puerto, nada mejor que ver el “Cesarea Harbor experience”
Una presentación multimedia de lo que fue la historia de esta famosa construcción. Nos enseñaran, a través de una película, todo lo relativo a este lugar del Medio Oriente (su diseño inicial, los avatares por los que hubo que pasar, la destrucción por la fuerza de las aguas y de las continuas guerras, etc., etc.). Existen, incluso, unas curiosas pantallas en las que podemos preguntar a personajes de la historia que tuvieron relación con Cesarea (Herodes el Grande, Poncio Pilatos, ..). 
Tras salir de esta peculiar recreación multimedia, nada mejor que tomarnos un café en algún bar cercano disfrutando de las azules aguas del Mediterráneo.
Fue fundada en el siglo I antes de Cristo, sobre un anterior asentamiento, por Herodes el Grande, quien le dio este nombre en consideración a César Augusto (su protector en Roma).




Parece claro que la construcción del puerto fue una labor inmensa. Según el historiador Flavio Josefa, en la parte final del rompeolas se situó una gran torre que posiblemente fuera un faro.  Aún, a día de hoy, es visible desde el aire lo que pudieron ser sus grandes dimensiones. Sin embargo, hay mucho bajo el agua. Por esta razón, se habla de “submarinismo arqueológico” en esta zona del mundo.
La gran cantidad de restos encontrados por los investigadores y el mucho trabajo arqueológico pendiente de realizar van a darnos muchas más luces y datos sobre la importancia que, durante siglos, tuvo Cesarea en todos los aspectos de la vida (militar, económico, cultural, estratégico, etc.) en esta parte del planeta.




Lo mejor es recorrerla con la ayuda de un buen guía o comprarnos un libro sobre la ciudad. Es la manera de no perdernos muchos detalles y disfrutar de todo lo que a nuestro alrededor se presenta.
No estaría completa nuestra estancia si no visitáramos además la ciudad cruzada, el teatro romano y el acueducto romano. 
Para hacernos una idea de la importancia de este enclave, llegó a ser la sede de los cuarteles de la X legión romana y de los procuradores romanos en la provincia de Judea. Decir, por ejemplo, que Vespasiano fue proclamado emperador romano en Cesarea.




Pasear por sus calles es retrotraerse a otros siglos. Aquí se encontraba el palacio del rey Herodes, aquí se erigió un gran templo sobre una colina cercana, de aquí zarpó San Pablo en varias ocasiones (una de ellas para ser juzgado en Roma), etc. 
Fue además en tiempos de Bizancio una ciudad cristiana. Posteriormente pasó a ser, según se sucedían las conquistas, islámica o cristiana  ya que cruzados y musulmanes la asediaron y conquistaron. Se fortificó, tras ser tomada por los cruzados en el año 1.101, por las tropas del rey Luis IX de Francia a mediados del siglo.
Parece que la decadencia de la ciudad vino en 1265 cuando el sultán mameluco Baybars la conquistó arrasando la fortificación por miedo a que regresaran las tropas cruzadas.
No podemos irnos de la ciudad, como dije, sin pasear por su teatro romano (de forma semicircular y mirando al mar, aún es utilizado para representaciones teatrales), por el hipódromo (con capacidad para cerca de 20.000 espectadores), por su acueducto (que trae agua desde unos manantiales situados a más de  nueve kilómetros muy cerca del famoso Monte Carmelo),  por los restos del foro romano o por las ruinas de una iglesia de los cruzados, donde -se dice- pudo encontrase el santo grial de la Última Cena.
Su relativa cercanía a Tel Aviv (unos 54 kilómetros) y la buena red de carreteras que las une hace que sea un viaje cómodo. Más aún, si tenemos en cuenta que en Cesaréa suele pararse (aunque necesita más tiempo) apenas mediodía al estar, como comenté al principio, de camino en el recorrido de Tel Aviv-Jaffo a Haifa.



 
Se trata pues de un precioso lugar donde conocer una ciudad histórica, donde recrearse mirando el Mediterráneo y donde probar alguna delicia gastronómica de esta zona de Oriente Medio (como el Humus, una especie de pasta de garbanzo que seguro volverá a pedir los días siguientes). 
Además, por aquí es muy común tomar zumos naturales, recién exprimidos por los lugareños, de granadas. Una fruta que nosotros no acostumbramos a beber de esta manera.


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