martes, 10 de mayo de 2011

Bogotá, más que la capital de Colombia

No hay mejor forma de hablar de un lugar que conociéndolo con bastante profundidad o, al menos, teniendo ciertos elementos que puedan darnos una idea de nuestro destino. Bogotá tiene la especial habilidad de enamorar a quien la conoce

Lejos de viejos murmullos y cuchicheos sobre cómo es la vida en esta capital andina, lo cierto es que hay tantos argumentos y alicientes turísticos en ella que es digna estar presente en la agenda de todo viajero.




Por poner algunos ejemplos, aquí se encuentra el barrio colonial de la Candelaria (con su gran plaza Bolívar), al mirador de Monserrate (www.cerromonserrate.com), su gran Museo del Oro (el mayor del mundo de estas características), el Museo Nacional, el planetario, la torre Colpatria (un icono en los rascacielos de la ciudad), el Museo Botero, el barrio financiero,  etc., etc.

Es verdad que es de dimensiones grandes –ronda los ocho millones con su área metropolitana- por lo que, salvo por la zona de la Candelaria donde podemos pasear, lo mejor es utilizar un taxi para desplazarnos. No obstante, existe una red de trasporte público llamada Transmilenio (a caballo entre autobús y metro) que nos lleva a casi cualquier rincón de manera rápida, segura y a un asequible precio.

Bogotá es una inmensa oferta cultural, no sólo en bibliotecas y teatros (hay muchos y con representaciones de gran calidad) sino que la ciudad cuenta, entre otras cosas, con el mayor festival de teatro del mundo.

Es el Festival Iberoamericano de Teatro y se celebra durante la Semana Santa con periodicidad bianual. No es extraño, pues, que se diga que en Bogotá hay dos Semanas Santas, según coincida o no ese año con esta increíble muestra teatral. Pero es que además aquí se celebra una de las mayores ferias del libro del mundo o el reconocido Círculo de la Moda de Bogotá.




Una capital que presume, además, por sus numerosas universidades y por su variedad en museos, con las temáticas más dispares. Uno de ellos es un curioso “parque del conocimiento” llamado Maloka (www.maloka.org). Aquí disfrutaremos conociendo avances y experimentos, en alguno de ellos seremos partícipes activos, de la ciencia y la tecnología. Un museo, como ha sido calificado, de tercera generación.



            
    ¿Sabía el lector que a pocos kilómetros se encuentra una catedral de sal subterránea y la cruz bajo tierra mayor del mundo?. Efectivamente, en la cercana ciudad de Zipaquirá, dentro de unas minas de sal, se construyó una obra arquitectónica y artística de tal magnitud que los propios colombianos no han tenido reparos en calificarla como su mayor atracción turística (www.catedraldesal.gov.co).
            
    Así pues, tenemos argumentos sobrados para romper los, en ocasiones, viejos, usados y carcomidos tópicos sobre Bogotá. Debemos atrevernos a disfrutar de las grandes posibilidades gastronómicas que nos ofrece, a realizar nuestras compras por sus calles  y centros comerciales, a disfrutar de sus noches animadas, a pasear por sus parques, plazas y espacios públicos o a conocer sus edificios emblemáticos (por citar algunos, la Catedral primada, el palacio del Congreso de la República, el palacio cardenalicio, el teatro Colón, el palacio de Nariño –residencia del Presidente-, sus multitud de iglesias, la Casa de la Moneda, etc., etc.).






            
    Un sinfín de posibilidades que nos darán la cara real de esta bonita ciudad fundada en 1538 por el español Gonzalo Jiménez de Quesada. Una urbe que, además de la capital de Colombia, es el centro político, económico y cultural más importante del norte de Suramérica.






Datos útiles:
Moneda. Peso colombiano.
Altura sobre nivel del mar. 2.640 metros.








Un hotel. Hotel Crowne Plaza Tequendama.
Un plato típico. El Ajiaco. Una sopa espesa que lleva pollo, diferentes tipos de patatas y mazorca de maíz. Una vez servida el comensal puede acompañarlo, entre otras cosas, con crema de leche, alcaparras o arroz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario