sábado, 9 de abril de 2011

Un baño muy especial en Budapest



    
    El día en Budapest amanece frío y lluvioso. Parece que la ciudad quisiera, por unos días, resguardarse de la multitud de turistas que anualmente, cámara en mano, fotografían sus rincones y desvelan los secretos de la capital húngara.    
    A pesar de todo, el tiempo no es importante. Budapest ofrece tanto que su visita no puede condicionarse a las inclemencias meteorológicas.
    Decido, pues, probar alguna de sus aguas termales. Para ello, nada mejor que los famosos baños Gellért (www.gellertbath.com). 





    
    A orillas del río Danubio (en Buda), en las faldas del monte del mismo nombre, junto al célebre puente de la Libertad, se construyó un impresionante hotel (Hotel Gellért), de reconocible estilo Art Nouveau, que fue centro de reuniones, de encuentros, de tertulias y alojamiento de la aristocracia europea durante décadas del pasado siglo.  
          



    Aprovechado la existencia de un manantial (cuyas aguas gozan de contrastadas propiedades curativas), en la parte lateral y trasera del hotel descubrimos estos conocidísimos baños termales.           
    Es verdad que en primavera y verano, además de su asombroso interior, podemos disfrutar de piscinas al aire libre.            
    En todo caso, mi intención era conocer esa piscina rodeada de columnas que tantas veces había visto en reportajes de televisión, aunque, obviamente, este asombroso complejo engloba mucho más (zona de masajes, piscina de olas artificiales, dependencias médicas, baños turcos, piscinas exterior e interior a diferentes temperaturas, ...).



               

    Todo el edificio es una verdadera obra de arte. Un gran hall de entrada nos recibe antes de entrar a los baños. 
   Tengo la sensación de encontrarme en los años veinte. En cierta forma, se agradece que se mantenga tal y como era. Un pequeño bar, una tienda de recuerdos típicos, un mostrador donde nos venden toallas con el logotipo bordado, mobiliario original estilo secesionista, preciosas estatuas que decoran distintas estancias de su interior, vestuarios que te hacen viajar al pasado muchas décadas, columnas de mármol, un impecable techo acristalado que da suficiente luminosidad por el día, mosaicos de Zsolnay, una coqueta oficina de información…..







            
    El interior de los baños es espectacular. Imposible que pase desapercibido en la retina del viajero. Seguro que os sonará por algunas películas archiconocidas de James Bond o por numerosos anuncios publicitarios. Entre ellos, el de “Cuerpos Danone”.            
    Las diferentes piscinas calientes, separadas entre hombres y mujeres, así como la central (reconocible por las columnas que la circundan) son imágenes que han dado, y seguirán dando, la vuelta al mundo.
    Es cierto que las excelentes propiedades de estas aguas, que brotan a la superficie a temperaturas cercanas 36 a 38 grados, son magníficas para mitigar muchas dolencias. Por citar algunas, problemas de articulaciones, artritis, asma, bronquitis, lesiones del cartílago, etc. 
  Si padeces alguna de estas enfermedades, obviamente es muy recomendable zambullirte en estas aguas, pero, en todo caso, este post va dirigirlo a recordar la posibilidad que tiene el viajero de disfrutar de la sensación de bañarse en un lugar mítico, icónico. Muy distinto de lo que normalmente estamos acostumbrados            
    Valgan estas fotografías para haceros una idea, aunque siempre muy lejana, de las placenteras e inolvidables sensaciones que brotan al probar “in situ” esta inigualable experiencia.





            
    Queda pues este pequeño reportaje como recomendación para pasar unas horas únicas, entre aguas mineromedicinales (que contienen calcio, floruro, magnesio, sulfatos, sodio, etc), en Budapest.     
    Háganme caso, entre la multitud de opciones que ofrece esta cosmopolita urbe, ésta es una de las más atrayentes. Relax para el cuerpo y para la mente





            
    No son pocos, desde luego, los que en su agenda viajera durante su estancia en la capital de Hungría tienen marcados con mayúsculas los baños Gellért. No en vano, esta ciudad es conocida, debido a la multitud de manantiales existentes, como “la ciudad de los balnearios”.






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