jueves, 10 de marzo de 2011

Macao, directo al futuro

Seguramente, cuando mencionamos el destino Macao nos cuesta situarlo en el mapa. Es normal. 
Ahora bien, si decimos que se encuentra junto a la vecina Hong Kong, es posible que sepamos ubicarlo con más facilidad. 
Ambas ciudades (antiguas colonias europeas -una británica y otra europea-) se encuentran separadas por la desembocadura del "río de las Perlas".
En mi caso, para llegar a Macao tuve que volar hasta el aeropuerto de Hong Kong y, desde allí, coger un ferry rápido que, en apenas media hora, cruza el río.






El ser aún desconocida para el gran público europea es muy injusto porque Macao tiene tantísimos reclamos turísticos, históricos, culturales y geográficas que, afortunadamente, cada día es más conocido.
Esta antigua colonia portuguesa, ahora Región Administrativa Especial de la República Popular de China es en la actualidad “el mayor casino del mundo”. Sus ingresos ya sobrepasan a los de Las Vegas y algunas de sus instalaciones para el juego pueden presumir de ser las más modernas del planeta.
Pero sería injusto centrar un viaje a Macao pensando únicamente en su versión lúdica. Macao respira historia y un rico pasado. Nada mejor, por ello, que visitar el Museo de Macao, una pedagógica y instructiva forma de saber mucho más de este lugar tan emblemático y lejano que durante siglos conjugó los conocimientos de oriente y occidente.


 
A pesar de su pequeñas dimensiones (lo conforman la península de este nombre y dos pequeñas islas llamadas Taipa y Coloane, perfectamente comunicadas por una asombrosa red de puentes) la oferta cultural y turística es variada y amplia. 
Entre las muchas cosas que podemos apreciar destacan: la Fortaleza del Monte (erigida por los jesuitas a principios del XVII), la fachada de la iglesia de S. Paulo (el monumento más fotografiado), el Templo chino Nga Cha, la iglesia de Santo Domingo, la céntrica plaza del Senado, la casa de la Misericordia, el edificio de Correos, la estatua de Kun Iam, la Cámara Municipal (Ayuntamiento), la fortaleza y faro de Guía, el templo de Á-Má (repleto siempre de fieles realizando sus plegarias mientras queman incienso), la iglesia de San Francisco Javier (en la isla de Coloane), el moderno centro de Cultural, el Museo del vino, el Museo del Gran Premio de Automovilismo, el mercado rojo, el Monasterio de Po Tai Un,  etc., etc.




Unas vistas irrepetibles
Las obtendremos desde el restaurante panorámico y giratorio de la torre de Macao (una de las más altas del mundo). Desde este peculiar observatorio divisaremos multitud de rascacielos (como el del casino Gran Lisboa, con forma de flor de loto) iluminados en vivos colores que parecen competir por ser, con sus luces y espectáculos, el mejor reclamo para que el visitante se acerque a jugar.
Encontramos, pues, esa asombrosa e inesperada dualidad de su faceta lúdica y su rico pasado cultural y arquitectónico. No en vano, la UNESCO declaró a su centro histórico Patrimonio Mundial de la Humanidad.



Es el momento ideal para adentrarnos en una China diferente, distinta, con un sabor propio y personalidad definida. Macao tiene raíces autóctonas y portuguesas, influencias occidentales y orientales. Ha sabido, en definitiva, conjugar estas dos formas de ver la vida para crear su propia idiosincrasia.




Comentar que estos párrafos fueron publicados en la Revista Amiga de Guatemala en su edición de agosto de 2008.






Igualmente, con más profusión de detalles, en el periódico español LA RAZÓN, de 20 de abril de 2008, publiqué un reportaje de tres páginas sobre este precioso y exótico destino chino titulado "Macao, encuentro entre Oriente y occidente".
En estas mismas páginas se entrevista a la periodista Paloma Barrientos sobre este exótico destino del que destaca, entre otras cosas, ser un paraíso para las compras.




    Como curiosidad, aún se mantiene, aunque con un evidente declive, el idioma portugués. Se ve, por ejemplo, en rótulos, calles, publicidad y periódicos.  Os dejo algunas fotos.











1 comentario:

  1. Te sigo. me gusta este blog. Lo veo diferente. Las fotos preciosas y muy trabajadas. Andrés

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