Rodeado por
algunas de las mejores vistas de Lisboa, en las alturas de hotel Sheraton,
descubrimos el origen del nombre de este magnífico restaurante: "Panorama".
Unos grandes
ventanales parecen querer presentarnos rincones inconfundibles de la capital
lusa: la plaza del Marqués de Pombal, el río Tajo, el puente 25 de abril, el
barrio alto, la “basílica da Estrela”, el castillo de San Jorge o la gran estatua de
Cristo Rey, en Almada.
La Lisboa de toda la vida observada desde uno de los edificios
más altos de la ciudad. A vista de pájaro. Complicado obtener mejores
panorámicas, especialmente de noche, de una de las capitales más atrayentes del
viejo continente.
Pues bien, este
escenario tan especial es el lugar de trabajo de un joven chef con un
impresionante futuro llamado Miguel Paulino que, en los pocos meses que lleva
al frente de estos fogones, está dejando su impronta con una marcada
personalidad en su forma de ver la gastronomía.
Es cierto que,
normalmente, cuando se escribe sobre diferentes restaurantes o acerca de
distintos cocineros es costumbre mencionar sus elaboraciones, valorar algunos de sus platos o incidir en las virtudes o los defectos que se
aprecian. Sin embargo,
estas líneas caminan en otro sentido.
Serán palabras de agradecimiento, de
reconocimiento por un trabajo bien hecho. Su “menu degustaçâo - A Sul” es una
verdadera sucesión de agradables sensaciones donde, a un excelente ritmo, el comensal
va disfrutando del buen hacer de este artista y su equipo de cocina y sala. “Carabineriro
da outra margem”, “Bacalhau á Zezinha”, “Salmonete á Costa Azul”, “Leitâo á Bairrada
com molho da nossa costa” y “Pudim Abade de Priscos” conforman esta procesión
gastronómica, con una detallista presentación, difícil de superar.
Todo ello unido a unos magníficos entrantes, con excelentes trampantojos incluidos (que no adelanto por razones obvias), y a un estudiado maridaje con extraordinarios caldos del país.
Imagine el lector lo que es cenar estas maravillas culinarias en un entorno tan envidiable. Hacen falta más que palabras para describir con exactitud esa experiencia.
Estoy convencido que el mayor anhelo de cualquier cocinero es ilusionar con su trabajo, conseguir que quien lo pruebe sienta que esos momentos son irrepetibles, únicos. Advertirá entonces que su esfuerzo y dedicación han dado sus resultados.
Quien les escribe tuvo esa misma impresión. Ese “jantar degustaçâo” forma parte de mi lista de cenas inolvidables en Portugal; de los restaurantes a los que tengo que volver.
Digamos que el
día acabó de la forma perfecta. Una buena cena, un restaurante magnífico, un
esmerado servicio y el buen hacer de este joven cocinero. Desde entonces, Lisboa tiene, para mí, un
atractivo más: Panorama.
Por tanto,
no puedo más que felicitar a Miguel Paulino. Muchas gracias . “Muito obrigado” por
conseguir hacer de esa noche algo especial, por insertarla en mi memoria por
mucho tiempo, por hacerme disfrutar tanto comiendo tan bien.
Había oído
hablar de él pero no conocía personalmente su trabajo. Un acierto acercarme. Técnica,
trabajo, originalidad, guiños a la cocina tradicional y también, claro que sí, cierto
atrevimiento. Arte sobre un plato fruto de una magnífica conjunción de todo un
equipo, dentro y fuera de las cocinas. Un ejemplo del crecimiento exponencial
de grandes cocineros que en los últimos años se aprecia en Portugal.
Gastronomía
con personalidad, sin complejos, creativa, demostrando que lo de toda la vida no
es incompatible con la vanguardia, el antes y el ahora de la mano. En definitiva,
buena materia prima, buena cocina, buena presentación y buen servicio. ¿Se
puede pedir más?.
¡Qué les puedo
decir!. Que no olviden reservar mesa en el cielo del hotel Sheraton de Lisboa.
Cuelgo en este post finalmente algunas fotografías del “menu degustaçâo - A Sul” como preludio de una cena que te recomiendo si viajas a esta cosmopolita capital.
Para acabar, indicar finalmente que este reportaje fue publicado en la web del diario español LA RAZÓN el 27 de marzo de 2017.
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