viernes, 18 de noviembre de 2011

Los jíbaros (reductores de cabeza)

    No hace mucho estuve en Ecuador, uno de los países más bonitos y con más diversidad que conozco. 
    Todo un reclamo para quien le guste viajar. Hay selva, sierra, costa, el archipiélago de las Galápagos, historia, folclore, ciudades declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, etc., etc. Mucho por ver en un país de extensión relativamente pequeña (poco más de 258.000 kilómetros cuadrados) comparado con sus vecinos sudamericanos (Perú o Colombia). 




    Visitando el interesante Museo Intiñán, situado a unas centenas de metros de la "Ciudad Mitad del Mundo", pude conocer multitud de cosas: la historia de pueblos indígenas de esta parte del mundo, visitar chozas centenarias, recorrer un bosque totémico (con diferentes totem y sus creencias), espacio interactivo, demostraciones del efecto coriolis, etc., etc.




    Pues bien, recorriendo estas instalaciones me impresionaron unas pinturas que representaban, a través de diferentes escenas, el acto de reducción de las cabezas de un tribu llamada jíbaros.

    Así es, los shuaras o "jíbaros" (nombre que pusieron los españoles a un pueblo amazónico que se encuentra en estas selvas, ahora pertenecientes a Ecuador y Perú) eran conocidos por una curiosa costumbre consistente en reducir las cabezas. Algo que hacían tanto a sus enemigos como a personas importantes de su comunidad.
  El procedimiento era, a  grandes rasgos, el que describo a continuación
   Primero, cortaban la cabeza de la persona fallecida. Luego, con un cuchillo, realizan un preciso corte por la nuca para  tirar de la piel y poder desprender con cierta facilidad el cráneo, quitando así las partes blandas como el cerebro o los ojos. Seguidamente, se hierve esta piel en un agua que lleva unas plantas que recogen de la selva por tener ciertas propiedades muy útiles para la reducción.
    Retiran la cabeza tras un tiempo de cocción y comprobar que ha reducido bastante. 
    El siguiente paso es coserle la boca e introducir una piedra dentro de ella (como si fuera un pequeño saco). Una vez seco, este diminuto cráneo tiene varias funciones, ya que puede ser puesto en las lanzas (normalmente, el de sus enemigos como elemento disuasorio) o como ornamento y colgante, en miembros distinguidos de la comunidad.
    Aunque usualmente se dice que esta práctica se realizaba sólo con los enemigos, los guías me informaron que era una costumbre más extendida, que incluía también a personas de muy diferentes ámbitos.
    Hay que decir que esta costumbre ancestral desde hace tiempo no se practica.
    Os pongo aquí algunas instantáneas de unos dibujos explicativos del proceso de reducción que encontré en el museo Intiñan (situado, como dije antes, en la mitad del mundo) y muy cerca de Quito, en la provincia de Pichincha.
    Por cierto, la foto mía que os cuelgo en este post es obligada. Todos los que se acercan a la "mitad del mundo" se la hacen esta popular instantánea donde una pierna esta en cada hemisferio.


  




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