jueves, 24 de marzo de 2011

Irlanda, un paraíso de color verde

    ¿Quién no ha soñado en alguna ocasión con viajar a Irlanda?. Esta isla (conocida como la "isla esmeralda") de intenso color verde, está asociada en nuestra memoria a una serie de iconos inconfundibles. Me estoy refiriendo a su patrón (San Patricio), a la cruz celta, al trébol o al arpa.




    Todos ellos, sin lugar a dudas, genuinos recuerdos y emblemas irlandeses, aunque hay un día, eminentemente irlandés, de renombre internacional: St. Patrick Day (el 17 de marzo de cada año).




    Pero Irlanda es mucho más. Es recorrer las huellas de James Joyce por el viejo Dublín, es la historia que se respira cuando nos adentramos en el patio central del Trinity College, es el sentimiento y el orgullo que los irlandeses sienten por su tierra, son playas casi vírgenes que parecen invitar a pasearlas una y otra vez, es el viento que nos peina y despeina a cada paso, es lluvia y sol, son acantilados y colinas que se abrazan con el mar, es un Atlántico que la resguarda y la protege, es el gran Dublín y la coqueta Cork, es tierra de marinos y de emigrantes, es música celta y es, en definitiva, un cúmulo de sensaciones y experiencias que quizás ni los propios irlandeses, divididos durante siglos, sabrían definir con exactitud.




    Marcados por la historia que les tocó vivir, y distanciados aún entre el norte y el sur, Irlanda no deja indiferente al viajero. Afortunadamente, más allá de fronteras políticas, estamos en una isla cariñosa con el visitante donde antiguos enfrentamientos, ahora por fortuna historia, dejan aún su huella en pinturas y frescos de paredes, muros y casas, especialmente del Irlanda del Norte.





    Vayamos donde vayamos, recorramos elevaciones o valles, viajemos al este o al oeste, la isla depara sorpresas agradables a cada paso. Y lo más placentero de todo: muchas desconocidas.
    La tercera isla más grande de Europa, con más de 84.000 kilómetros cuadrados de extensión, es todo un reclamo para el turista. Inabarcable, desde luego, en un solo viaje.



           
    En Irlanda hay que ser viajero y no turista. Hay que perderse a conciencia. Hay que conocer sus pueblos, degustar sus cervezas (no sólo la celebérrima Guinness, que también) y acercarse a su gente, porque lo curioso de todo nuestro recorrido es el constante descubrimiento que experimentamos. 
    Hallazgos que el viajero va almacenando en su memoria y quedarán en sus recuerdos de por vida. Tal es el caso de la región de los lagos (un lugar perfecto para olvidar las tensiones del día a día), los acantilados de Moher (con más de 8 kilómetros de largo, se elevan sobre el mar convirtiéndose en otra seña de identidad de Irlanda), el Trinity College, la colina de Slane, la amurallada ciudad de Derry, las islas de Aran (frente a la bahía de Galway), abadías como la de Kylemore, el paisaje krástico de El Burren o el inmenso parque urbano de Phoenix en Dublín.







    
    El cúmulo de posibilidades y opciones que tenemos en casi inabarcable. Deportes, cultura, folclore, castillos, turismo rural, historia… Y lo mejor de todo: no es un destino caro. Campos de golf de ensueño, deportes acuáticos, vías fluviales, pesca, alojamientos únicos, pueblecitos de película y la hospitalidad característica del irlandés esperan al viajero.

           
           

La calzada de los gigantes
    Situada en Irlanda del Norte, en el Condado de Antrim, esta formación de miles de columnas de basalto, consecuencia de erupciones volcánicas, ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad. Hasta hace pocos años desconocida por el gran público, es una de esas visitas obligadas que el viajero no debe pasar por alto.




Temple Bar
    En pleno corazón de Dublín, este barrio refleja a las mil maravillas lo que es el ambiente de una típica taberna irlandesa. Esta sucesión de calles estrechas, repletas de vida y ambiente, ha conseguido aglutinar a multitud de personas, turistas y no turistas, que se acercan a disfrutar de la reconocida fama de las “Irish Taverns” mientras escuchan música en directo y saborean una buena pinta de cerveza.




Cerveza Guinness
    Hablar de Guinness es hablar de Irlanda. Esta cerveza negra, célebre en el mundo entero, se ha convertido en otro de sus emblemas. Para saber más sobre ella, para conocer su historia y para vivir “in situ” todo el proceso de fabricación, distribución y venta, nada mejor que acercarse en Dublín a la "Guinness Store House" (www.guinness-storehouse.com) que, curiosamente,  es el reclamo turístico que más extranjeros atrae.




Alojamientos
    La variedad de ellos es tan grande como las posibilidades que ofrece Irlanda. Pernoctar en acogedoras pensiones, disfrutar de la tranquilidad del campo en solitarias casas rurales, sentirse un señor de la edad media durmiendo en castillos de fábula, alquilar apartamentos en algunas de sus ciudades, dejar que las estrellas sean nuestro cielo mientras pasamos la noche en un velero, adentrarse en hoteles de diseño adaptados al más exigente de los huéspedes o la tranquilidad de un excelente “bed and breakfast”. 
    Esto, y mucho más, es posible en ese ilimitado abanico de lugares, de lo más dispar, donde descansar y reponer fuerzas para el día siguiente.


   

   
   No recuerdo cuántas veces he estado en esta isla. Aún así, estoy deseando volver. En uno de los países más acogedores y hospitalarios con el turista que conozco. Siempre descubro algo nuevo que me sorprende y agrada.




      
Datos útiles:
Idiomas: Inglés y gaélico
Un hotel: Obviamente, serían muchos, pero como normalmente nuestro "campo base" para conocer la isla se sitúa en Dublín, os aconsejo el Hotel Morrison (www.morrisonhotel.ie).




Tráfico: Se circula por la izquierda.
Web recomendada: www.discoverireland.com/es (posee una completa información en español y la posibilidad de descargarse guías e información para nuestro viaje).
¿Sabías que hay una relación muy especial entre Belfast y el Titanic?. La ciudad presume de que en sus astilleros se construyó uno de los buques más famosos de la historia. El "Titanic Belfast" (https://www.titanicbelfast.com/)  es el mayor museo del mundo dedicado a este tema. Su visita es casi obligada.



Moneda: En La República de Irlanda, el euro. En Irlanda del Norte, la libra esterlina.




   No encuentro mejor forma de acabar estos párrafos que con una fotografía mía en uno de los lugares emblemáticos de Dublín: la estatua de Molly Malone. 
   Sobre hermosa pescadera, real o ficticia, se compuso una canción que dicen es el himno no oficial de la capital irlandesa. Seguro que la oirás. 





3 comentarios:

  1. Precioso, para visitarlo desde luego sobre todo para las cañitas, je je.
    chico que fotos mas preciosas que me haces.....
    sigue asi....
    besitos

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  2. Qué chulo. Me gusta. Sigue así. es un blog superinteresante. Hacía falta enfoques como éste. Ánimo

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  3. Me he convertido en tu seguidora aquí también, al igual que en facebook, ya que merece la pena leer y ver tu testimonio de los lugares cercanos o lejanos que nos traes.

    Un beso y te auguro mucho éxito en este blog.

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